Dudoso Guantánamo
Actualizado:La decisión del Pentágono de iniciar de nuevo los juicios militares a los detenidos de Guantánamo ha reavivado, coincidiendo con el cuarto aniversario de la creación de este centro, el enconado debate jurídico que en Estados Unidos y fuera de él provoca este campo de internamiento para supuestos terroristas.
La existencia de Guantánamo debe entenderse, que no justificarse, en el contexto de la tremenda conmoción que los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 supusieron para la sociedad norteamericana. De la reacción de Washington ante aquel brutal ataque nació esta improvisada prisión en la que se retuvieron inicialmente a los prisioneros talibanes capturados en Afganistán a finales de ese mismo año, pero que después ha ido llenándose con los voluntarios extranjeros y terroristas capturados en otros lugares. Y es que La Casa Blanca decidió entonces que al no pertenecer a un ejército convencional de un país reconocido, estos no podían ser tratados sino como combatientes enemigos; una inquietante definición, dentro de una guerra que ya en aquellas fechas causó no poca inquietud entre los más ortodoxos juristas. De nada han servido en estos años los intentos de Washington de que la Cruz Roja visitase su centro; la organización humanitaria, muy en sintonía con el reproche generalizado que la prisión causa en buena parte de la opinión publica norteamericana y en la comunidad internacional, se ha negado a aceptar la invitación temiendo que su presencia terminase siendo una mera visita guiada e incluso con posibilidades de ser instrumentalizada.
Reanudar los juicios ante tribunales militares, sin esperar el pronunciamiento del Tribunal Supremo sobre la validez de los recursos presentados ante la Justicia civil, previsto para primavera, es un craso error de la Administración Bush a nivel jurídico. Pero más allá de la cuestión de las libertades fundamentales, a las que tienen derecho incluso los asesinos, porque en eso se basa un verdadero Estado de Derecho, Guantánamo no debería haberse creado porque su eficacia en la guerra contra el terrorismo es más que dudosa. Por el momento, los primeros acusados han rehusado reconocer toda legitimidad al Tribunal que les juzga y muchos de ellos están deseando contar con detalle cómo -supuestamente- fueron ablandados en países aliados de los EE UU. Washington haría bien en reflexionar sobre los resultados tangibles que este centro y sus métodos le han revertido realmente y compararlos con la munición ideológica que, solamente ante la sospecha de que se hayan podido producir estos abusos y privaciones, les brinda a los terroristas y a sus futuros combatientes.