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«¿Cuándo va a terminar todo esto?»

El marido de la mujer muerta a tiros estaba roto de dolor y desencajado en el Instituto Anatómico Forense

BERTO NÚÑEZ/CÁDIZ
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«¿Cuándo va a terminar todo esto? ¿Se alargará mucho la autopsia?»... Todas ellas y otras tantas eran las preguntas que ayer se hacía y se repetían los familiares de la fallecida en Alcalá de los Gazules, hallada muerta por disparo de escopeta, que aguardaban resignados en la sala de espera, número 1, del Hospital Universitario Puerta del Mar a que terminase la autopsia de Catalina Cabeza Cabeza, de 43 años, quien estaba casada y tenía dos hijas. La respuesta era el silencio. Nadie les podía decir nada. Las diligencias en el anatómico seguían su curso en un reconocimiento visual, que se alargaba bien entrada la tarde.

Sin embargo, esa incertidumbre se rompió aproximadamente a las 13.30 horas. En ese instante, se acercaba a los familiares, rotos por la pérdida y con las miradas desencajadas, personal de la Funeraria Santa Lucía para informarles que estaban con el reconocimiento. «La autopsia puede llevar todo el día», aseguraba una mujer de la funeraria.

Agua de mayo

Ésa era la respuesta que daba al marido, quien preguntó sólo: «¿Cuándo va a terminar todo esto?». Otros tantos repitieron la misma cuestión. Acto seguido, una de las familiares esperaba como agua de mayo las palabras de la mujer, ya que el padre de la fallecida, de 90 años, quien vivía con ella y había perdido a su mujer por una trombosis y a su hija por un cáncer, se encontraba bastante mal y aguardaba «en casa» alguna explicación. Para ellos era vital saber cuándo se iba a poder celebrar el sepelio.

Entre ellos surgió también la pregunta de si estaban con la autopsia del primo del marido ya que no se habían encontrado con ninguno de los familiares. La empleada sólo les pudo concretar que hasta esa hora «nadie se había personado por los resultados». El personal de la funeraria seguía dando explicaciones; pero el marido no podía más. Miguel, entonces, procedió a sentarse en uno de los sillones de la esquina rodeado de su hija mayor, ya que la pequeña, de 15 años, no se encontraba allí por la mañana.

LA VOZ pudo preguntar al cuñado de Catalina, Juan, quien manifestó que no podía revelar nada ya que se encontraba «en secreto de sumario y podía entorpecer las investigaciones de la Guardia Civil», añadiendo que «el sepelio tal vez fuese mañana». Un secreto que decretó la jueza de Chiclana de la Frontera.