El Sevilla no pudo con la muralla amarilla
El Cádiz aguanta estoicamente el empate a cero en el Pizjuán y pasa a cuartos de la Copa haciendo bueno el 3-2 de la ida Los de Espárrago acabaron jugando con cuatro centrales y ni dispararon entre los tres palos de la portería de Notario
Actualizado:Que son de piedra y no se notan las murallas de Cádiz. Y la muralla que puso ayer el Cádiz en Sevilla no la tumba ni el mítico maremoto que asoló Cádiz hace varios siglos. ¿No pasarán! Cualquiera lo hace. Con cuatro centrales y sin delantero centro, sin tirar entre los tres palos ni una sola vez y perdiendo el tiempo desde el minuto uno. Así logró el Cádiz una de las gestas más importantes de los últimos años.
El equipo amarillo ya está en cuartos de final de la Copa del Rey. Entre los ocho mejores de España, dentro de la competición del ko. Para ello han sufrido de lo lindo, cosa que no es noticia, y sobre todo han hecho bueno el difícil resultado de la ida. Pero a esa mínima ventaja los gaditanos se han aferrado con uñas y dientes, dejándose el alma para volver a escribir una nueva página de gloria. Viendo el encuentro de anoche, quizás muchos podrían criticar la racanería del conjunto de Espárrago, pero después del soberbio partidazo de hace una semana la oportunidad de triunfar en la Copa no se podía escapar de ninguna manera. Con la eliminación del Zamora, el Cádiz es ahora mismo la revelación de este torneo.
Dos mentiras
Para conseguirlo, tuvo que disputarse un duelo que dejó en evidencia a más de uno. Y es que Cádiz y Sevilla se están enfrentando tantas veces esta temporada que cada día se parecen más. Lo del hermanamiento les está afectando a los propios jugadores y el cuerpo técnico. Por eso, no debe extrañar que sus dos entrenadores mientan antes del encuentro para no dar pistas a su rival. Espárrago comentaba que no saldrían a especular con el resultado y ¿madre mía!, si lo de la primera parte no es especular, que alguien revise el diccionario. Espárrago está como para pasarse por Wall Street.
Los amarillos salieron a aguantar la mínima ventaja lograda en la ida, de ahí que el técnico charrúa diera entrada a los tres centrales disponibles. Abraham Paz se escoraba al lateral diestro para controlar a Adriano y otorgar más fortaleza al juego aéreo. Y en los primeros cuarenta y cinco minutos funcionó porque el Sevilla no fue capaz de batir a Limia.
Dicen los entendíos que se entrena como se juega, y en el Cádiz eso es una verdad como un templo. Porque la presión sale a la perfección, ahora sólo falta jugar a campo completo y utilizar las porterías. En la primera mitad, los gaditanos celebraban los corners como si fueran goles, y ni siquiera se atrevían a mirar ese objeto formado por tres palos y una red que se encuentra en los bordes del terreno de juego.
Tampoco nos olvidamos de la mentirijilla de Juande. El manchego apuntaba que los primeros quince minutos serían claves, y la verdad es que fueron claves pero para coger el sueño bien amodorrado en el sofá. El fútbol hecho aburrimiento. El conjunto hispalense, que debía llevar las riendas, se mostraba muy espeso en la circulación de balón. En eso también se parece al Cádiz, pues si los gaditanos no juegan con delanteros (ayer Oli hizo de todo menos de 9), los de Juande no tienen un medio centro capaz de hacer llegar un balón franco a sus atacantes. Por eso, el Sevilla sólo creó peligro mediante algún chispazo de Adriano y el gafado Luis Fabiano, y en acciones a balón parado. En el otro bando, sólo Oli tuvo algo de protagonismo con un disparo flojísimo que parecía un chiste.
Agotamiento sevillista
Tras el descanso cambiaría la historia. Lo normal es comenzar con un planteamiento un poco más arriesgado e ir amarrando el resultado con el paso de los minutos. Espárrago hizo todo lo contrario. La primera parte la dedicó a defender y en la segunda el equipo se desperezó y tocó mucho la pelota, eso sí, sin mirar el arco contrario.
El agotamiento sevillista, físico y mental, terminó por hacer el resto. Aunque los primeros acercamientos fueron bastante peligrosos, el reloj iba marcando la sentencia hispalense. Y desde el banquillo, los técnicos decidieron la eliminatoria. El entrenador cadista acertaba de lleno insertando a Benjamín en la medular, que otorgaba una fuerza especial y mayor calidad al juego de centrocampismo del Cádiz, y oxigenaba la delantera con un Nenad menos brillante y más currante que nunca.
En cambio, Maresca no era ni la sombra del mejor italiano, así que Juande tiraba del tocado Kanouté. Pero todos sus efectos nocivos se quedaron en el aroma gaditano pues ayer estaba demasiado quemado para hacer algo. Nada funcionaba en el Sevilla, y los amarillos se crecían pues ya rozaban con la yema de los dedos el pase a la siguiente ronda. Hasta Benjamín, que se le nota la experiencia de campeón de Copa, estaba a punto de dar la puntilla con un sensacional disparo que rozaba la escuadra. Era la hora de los valientes, el momento de achicar agua. Fleurquin, Paz, De Quintana, De la Cuesta,... unos héroes que repelían todos los balones como si fueran un frontón. Y a soñar, el 2006 no ha hecho más que empezar.