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Editorial

Palestina en campaña

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Esta semana se cumple un año de la llegada de Mahmud Abbas a la presidencia de la Autoridad Palestina y no deja de ser paradójico que, al igual que su llegada fue propiciada por la muerte del omnipresente Yaser Arafat, la campaña electoral palestina vaya a estar marcada por la desaparición de la escena política del que fuese el mayor adversario del rais palestino, el ex general y primer ministro israelí, Ariel Sharon. Por el momento, la postración del viejo halcón, enfrentado a una Europa a su juicio demasiado comprensiva con los palestinos y precursor de la estrategia de ocupación mediante las colonias pero igualmente de la evacuación unilateral de la pesadilla de Gaza, ha eclipsado totalmente los preparativos de unos comicios que deben celebrarse en tres semanas y que más de uno pensó que se aplazarían. Afortunadamente, la posibilidad de que las legislativas palestinas no se lleven a término el 25 de enero se han reducido bastante.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, había manifestado que procedería a cancelar la elección del parlamento si el Gobierno de Sharon impedía el voto en la parte oriental de la ciudad ocupada. Y la razón es obvia: los palestinos la tienen por una parte inseparable de lo que será el futuro Estado a edificar en los territorios ocupados en 1967 y renunciar al voto allí sería aceptar indirectamente la anexión del conjunto por Israel. Con todo, el hecho de que Washington haya hecho saber que desea que se habiliten fórmulas para que los vecinos palestinos de la parte árabe de Jerusalén puedan ejercer su derecho al voto, invita a pensar que finalmente todo se resolverá. La celebración de las elecciones no va a ser tarea fácil, pero es indispensable que se realicen en las fechas marcadas porque el Movimiento de la Resistencia Islámica -Hamas-, en claro auge, no aceptaría ningún tipo de aplazamiento, que entendería como una maniobra inaceptable de Al Fatah ante su temor a perder las elecciones. El estallido de una confrontación armada entre las facciones palestinas podría convertirse en una realidad de darse este supuesto y su inmediata repercusión en las elecciones que deben celebrarse en Israel dar al traste con la senda iniciada en sus últimos meses por Sharon. Es positivo que haya elecciones incluso bajo el riesgo de una victoria islamista radical. Israel, desdichadamente, no puede elegir sus interlocutores para un proceso de paz y la esperanza tácita es que el paso definitivo de Hamas al cuadro institucional le obligue a sustituir la violencia por la política. La campaña electoral palestina se ha abierto y buena parte de las esperanzas de la región están puestas en que culmine con una elección libre y plural el día 25.