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EL INVENTO DEL MALIGNO

Decrepitud

JOSÉ JAVIER ESPARZA/
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TVE-1 nos sorprendió la otra noche con un extravagante juego poético. «Venecia es una ciudad anciana», nos habían dicho los entrevistados por Cándida Godoy en un bonito reportaje de 'Informe semanal'. Los venecianos están muy preocupados porque la Serenísima envejece a toda velocidad, así en las calles como en las gentes. Pero los venecianos aún no han visto nada: si quieren saber qué es un envejecimiento súbito e irreversible, que se asomen a la noche de la Primera, que minutos después del grave diagnóstico sobre la laguna italiana nos ofrecía un espectáculo de revista musical cuyo calificativo más exacto es el de decrépito. Cambiemos el topónimo: de la Serenísima al Morenísimo, porque Moreno era el productor de la cosa. Cambiemos también la topografía: de la laguna al charco, porque en eso se convertía el estanque cuando los cuadros de baile dejaban paso a Enrique del Pozo y Ana Obregón. Cambiemos asimismo la artesanía local: no máscaras, sino mascaradas envueltas en un guión trasnochado, con chistes absurdos sobre mariquitas y sobre negros y cocodrilos que nos remitían no ya al fondo de las edades (eso aún habría tenido el atractivo de la paleontología), sino a los años cuarenta o, como mucho, cincuenta, con aroma a gasógeno, berza y pizarra bituminosa. Y cambiemos, sobre todo, el escenario: tras la estampa de esa Venecia que se asemeja a la Orsenna de Gracq en 'El mar de las Sirtes', el decorado gira y lo que aparece es la profunda decadencia de una televisión pública que ha perdido completamente el norte y que intenta ocultar su confusión bajo una superficie de bombillas de colores y dorados de latón. Esto es decrepitud, y no lo de Venecia. (Última hora: después de haber reprobado el 'Noche de fiesta' de Moreno hasta el punto de retirarlo de la pantalla, ahora TVE-1 anuncia que nos llenará la noche del sábado con un programa semejante a aquél. Todavía terminaremos añorando la revista. Como quien añora el esplendor de Venecia).