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Nuevo año

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Tras el domingo, volvemos a la normalidad tras las fiestas navideñas. Hoy, todos volverán al devenir diario, y la mayor muestra de cotidianeidad será la reanudación de las clases por parte de los estudiantes. Comienza un periodo de cuenta atrás en las casas de hermandad de nuestras cofradías. Estamos a 90 días del Domingo de Ramos. Una medida de tiempo que me gusta utilizar cuando llega enero para asegurarme de que hay que ir engrasando los sentidos, es aseverar que ya ningún orfebre aceptará ningún encargo para la próxima Semana Santa. Ningún artesano, de cuantos trabajan para nuestras hermandades, se comprometerá ya a realizar ningún trabajo para la venidera primavera. Ya difícilmente podremos contratar una banda para nuestras cofradías, ninguna junta de gobierno sensata cambiará de capataces o cuadrillas, los grandes proyectos, de no haber estado encargado hace meses, deberán esperar para procesionar, otro año. Tan sólo queda tiempo, en los tres meses que nos separan del inicio de la Semana Mayor, para ir perfilando los detalles, encuadrando cada uno de los múltiples elementos que hacen posible una procesión. A partir de ahora, tener que modificar algún elemento sustancial de ese gran mecanismo que hace posible el gran acontecimiento de la Semana Santa, es ya, en esta auténtica cuenta atrás, una enorme contrariedad. No es que ahora empiece todo, afortunadamente nuestras hermandades cada vez tienen más actos que la salida procesional, pero uno de los más importante y atractivos de cuantos llevan a cabo, comienza a pasar de cocinarse a fuego lento, a entrar poco a poco en ebullición. Si estamos atentos, notaremos cuando caminemos por la calle, que los aromas que desprende su preparación, comienzan a olerse partir de ahora. Incienso, flores, cera y hasta azahar.