SAN FERNANDO

La asociación isleña contra la anorexia atiende actualmente a más 30 personas

Acusan al SAS de mentir para no crear un sistema de tratamiento integral

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Cuando parecía que la incansable lucha de los miembros de la Asociación para la Defensa contra la Anorexia y la Bulimia (Adab) iba a tener una resolución positiva, llegó hace unas pocas semanas el mensaje del Servicio Andaluz de Salud (SAS) en el que concluía que el hospital militar de San Carlos no reunía las condiciones necesarias para tratar a los civiles con trastornos alimenticios.

Un dictamen que impedirá que las personas que sufren de enfermedades tan serias y extendidas como la anorexia o la bulimia puedan ser atendidas por la unidad multidisciplinar que posee en el hospital militar. «Si eres familia de un militar puedes recibir un tratamiento en condiciones, sino tienes que gastarte más de un millón de pesetas todos los meses para que tus hijos vayan a un clínica privada como las que hay en Sevilla o Málaga», explica Juan Manuel Egea, presidente de Adab.

Esta nueva realidad ha enfadado, aunque no resignado, a los miembros de la asociación isleña, que aseguran que la consejera de Salud, María Jesús Montero, con quien se reunieron el pasado mes de octubre, les prometió que haría todo lo posible por conseguir extender el servicio de la unidad del hospital de San Carlos a toda la población. «Ha sido todo un engaño. El problema es que no hay voluntad política y resolver este problema no da tantos votos como otros», afirma Egea.

Actualmente, Adab atiende en San Fernando a más de 30 personas de toda la provincia que sufren algún tipo de trastorno alimenticio. Gracias a la colaboración desinteresada de sus colaboradores, la asociación ofrece a los enfermos y sus familias una atención que no pueden encontrar en la sanidad pública. Hoy día, un enfermo tan sólo puede acudir a un endocrino que, tras estabilizar al paciente, lo deriva al psicólogo de su ciudad. «Para cada cita hay que esperar varias semanas. En San Fernando, por ejemplo, sólo existe un psicólogo. Además no hay seguimiento exhaustivo del paciente ni de la familia. Así es imposible curar a nadie si no se acude a las clínicas privadas», asegura José Reinón, tesorero de la asociación y que ha conocido el problema muy de cerca.