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'El jarama': medio siglo sin secarse

La 62 edición del Premio Nadal se falla hoy, 50 años después de que Ferlosio recibiera el galardón

TEXTO: ANTONIO ASTORGA / FOTO: LA VOZ / MADRID
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En la noche de Reyes del año 1956, un escritor de 28 años llamado Rafael Sánchez Ferlosio era galardonado con el premio Nadal por una obra que creó escuela y que abría un nuevo cauce en la literatura española tras la guerra: la veta del objetivismo. Ferlosio esconde dentro de sí a uno de los espíritus más tímidos, irónicos, sutiles, locuaces, sabios, libres, incisivos, generosos, sublimes, feroces, polémicos, tiernos, rebeldes... que un ser humano pueda descubrir.

Pocos saben que en la portería de su casa se ha refugiado, en alguna ocasión, junto a su recado de escribir: «¿Pero ahí no entra nadie!», nos advertía aquella tarde de invierno en la que Cervantes ganó el premio Ferlosio (perdón, el día que Ferlosio honró el Cervantes). Sostiene Miguel Delibes que Ferlosio pertenece a esa «olvidada» y maravillosa generación de «los niños de la guerra» (Aldecoa, Josefina Rodríguez, De Quinto, Fernández Santos, Fraile, Martín Gaite...).

Pero, a juicio de Ferlosio, «eso de las generaciones» es un redondeo que se hace con personas que han nacido en torno a la misma época. Ferlosio utiliza la expresión Ortegajo, palabra que se le ocurrió a su primera mujer, Carmen Martín Gaite, para hablar de las dichosas generaciones. «Yo se la he robado a ella. La utilizo para referirme a las citas de Ortega», admitía entonces cuando lo del Cervantes. Rafael Sánchez Ferlosio no es un best-sellerista; prefería definirse como un worst-sellerista (algo así como peor-sellerista), en el sentido «de que no vendo nada». Ferlosio no lee novelas. Le aburren. Ferlosio es un espíritu libre, un cruce de influencias, que se pelean y abrazan entre sí.

Ferlosio no puede soportar las guerras de agresión o de venganza. Ferlosio piensa que en el terreno literario «no ha salido nada bueno después de Kafka», a quien él jamás se atrevería a imitar. Y de su obra, cumbre de la literatura española, ni hablar. Porque Ferlosio es el autor de El Jarama. ¿Le sigue abrumando El Jarama, don Rafael? «Esa novela la tengo perdida ya en la noche de los tiempos», afirma el escritor.

Hace 50 años

Perdido o no, El Jarama lleva medio siglo sin secarse. Hoy se cumplen cincuenta años desde que, en el Hotel Oriente de Barcelona, se diera a conocer la existencia de este gran río literario del que han bebido todos los narradores que en España han sido. La Noche de Reyes de 1956 se fallaba (o mejor dicho, se acertaba con) la XII edición del premio Nadal, al que concurrían 241 obras. Entre los finalistas figuraban títulos como La rama obscura, del poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas; Bearn o la sala de las muñecas, de Lorenzo Villalonga; Enterrar a los muertos, de José Guerrero Zamora; o Bienaventurados, de Ángel María de Lera. Fueron necesarias siete votaciones para que El Jarama ganara el Nadal. En todas y cada una de ellas la obra de Ferlosio obtuvo siete votos. Y siete eran los miembros del Jurado: Ignacio Agustí, director de Destino; Juan Ramón Masoliver, Néstor Luján, Juan Teixidor, Sebastián Juan Arbó, José Vergés y Rafael Vázquez Zamora, que actuó de secretario. El Jarama fue encumbrado, pues, por unanimidad.

La calidad de la obra resultó incuestionable para aquel Jurado, sus primeros lectores, y permanece inalterable medio siglo después. Así es la rosa. Las deliberaciones fueron retransmitidas por radio «a todas las ciudades importantes de España», cuentan las crónicas de la época, «y seguidas con la máxima atención no sólo por los periodistas locales, sino también por muchos corresponsales de agencias y publicaciones extranjeras».

Sólo escritor profesional

Ferlosio era el hombre más perseguido en aquella Noche de Reyes. El autor de El Jarama descansaba «plácidamente en un hotel de Granada», según los testimonios periodísticos de aquel momento. Ferlosio confesaría a los reporteros que fueron a recibirle al aeropuerto de Barcelona -adonde llegó la noche del 7 de enero junto a su esposa, Carmen Martín Gaite-, que «quisimos escuchar la radio, pero no supimos a quién acudir para estar a la vera del receptor. Optamos, finalmente, por el descanso».

Ferlosio se enteró de la obtención del Nadal cuando se desayunaba a la mañana siguiente de la Noche de Reyes con los periódicos El Ideal y Patria de Granada. No pudo negar que la noticia del Nadal le produjo un sobresalto, pero se sobrepuso inmediatamente. «Las noticias, buenas o malas, suelen repercutir en mi estómago, aunque no sufro ninguna úlcera en él. Pero no me afectó más. Desde luego estoy contentísimo», declaró a La Vanguardia Española.

El Jarama la empezó a escribir Ferlosio exactamente el 10 de octubre de 1954 y quedó terminada el 20 de marzo de 1955, fecha que lleva la novela. «El trabajo, empero -añadía el escritor-, ha sido más largo». Hasta el Nadal, Ferlosio -«sólo escritor profesional», se definía- nunca se había presentado a concurso alguno. «La verdad -manifestaba aquel enero del 56 el autor de El Jarama- es que estaba interesado por la editorial Destino». Alguien le animó a que presentara su obra con el simple objetivo de darse a conocer entre el Jurado. ¿Tiene más libros preparados?, insistía el periodista de La Vanguardia Española y este espíritu sabio, sutil, pulcro, libérrimo, irónico, incisivo, inteligente, nada convencional... concluía: «Espero, Dios mediante, escribir en breve otra novela. Su título podría ser ¿Los Encinares? y la acción se desarrollará en una comarca extremeña. Serán sus personajes principales pastores, ganaderos, chóferes, transportistas, carboneros, etc... Sobre todo, el verdadero motor de la obra radica en un espacio geográfico.