Evo Morales, en España
Actualizado: GuardarEvo Morales, presidente electo de Bolivia que es un radical pero no un loco, ha viajado a España -tras afirmar su solidaridad con Cuba y Venezuela- y a otros países de la comunidad internacional para tranquilizar a los mercados, alarmados por las proclamas nacionalistas del nuevo líder, el primer indígena que se aúpa a la presidencia de su país tras un periodo de inestabilidad y descomposición que ha sumido Bolivia en la miseria. El Gobierno español, que ha recibido con exquisita cortesía a Morales, ha querido dejar en claro que no existe un eje ideológico ni estratégico ni político que vincule a España con la tríada rebelde americana (Morales-Chávez-Castro) y ha defendido, como es natural, los intereses económicos de nuestras empresas en aquel país. Como es evidente -y así se lo han explicado a Morales tanto los ministros Moratinos y Montilla como el propio presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero-, la base de la relación bilateral ha de ser la seguridad jurídica, que debe amparar la presencia y las inversiones españolas. Morales tiene escaso margen ante su propio electorado, que le reclamará el cumplimiento de sus promesas nacionalizadoras, pero el nuevo mandatario ha de saber que la «revolución» iconoclasta y rompedora no haría sino acrecentar las carencias de su pueblo.