Imágenes de colección
el interés por una disciplina que goza de buena salud
Actualizado: GuardarBasta una simple mirada a la programación de museos y galerías y a los resultados de las pujas en las salas de subastas para comprender la espectacular revalorización en el reconocimiento de la fotografía como objeto artístico. De hecho, si por un lado en estos primeros días del nuevo año todavía coinciden en España muestras de fotografía tan significativas como las de las colecciones Buhl y Auer en el museo Guggenheim Bilbao y en la Fundación Foto Colectania de Barcelona, por otro los remates de las subastas del pasado otoño en Sotheby's, Christie's y Phillips también certifican nuevos récords para una especialidad que ha tenido, según Artprice, una revalorización global que asciende al 88 por ciento en los últimos cuatro años.
Es el auge artístico y comercial de la fotografía, pues, cuyo origen puede estar en causas tan distintas como el predominio actual de una cultura audiovisual, la facilidad del medio para reflejar expresiones artísticas concretas o la perfecta relación entre la espectacularidad de sus imágenes y la realidad contemporánea.
Para Enrique Ordóñez, director de la Fundación Centro Ordóñez Falcó, gestor de una de las colecciones más importantes de España e impulsor de DFoto, la principal feria monográfica que se celebra en nuestro país, «la fotografía refleja mucho mejor que ningún otro medio de expresión el tiempo en el que estamos inmersos».
En su opinión, «no se puede entender el arte del siglo XX sin ella». Esta última afirmación ya es plenamente compartida por los historiadores y los especialistas, pese al hecho de que todavía no todo el mundo entiende la condición de la fotografía como disciplina artística autónoma. Según el director del Museo Artium de Vitoria, Javier González de Durana, «deberíamos hablar de distintos niveles de percepción en esta materia. Para los profesionales del arte, la fotografía es arte desde hace muchos años. Sin embargo, tanto para ciertos aficionados como para el público en general, su faceta documental, social y mediática ha demorado su aceptación y reconocimiento como arte. Sea como fuere, lo cierto es que tanto las exposiciones temporales de los museos como las de las galerías comerciales están recibiendo desde hace tiempo la entusiasta respuesta de unos espectadores que acuden a ver fotografía artística, documental o, incluso, fotoperiodismo. Esta diversidad de géneros y lenguajes ha tenido, y tiene, distintas filosofías expositivas y diferentes públicos. En concreto, «la foto periodística y la documental, por su dramatismo o por su simpatía, son muy agradecidas para las exposiciones populares, ya que en ellas domina la narrativa y lo claramente inteligible. La foto artística, como cualquier otro arte, requiere de un esfuerzo intelectual mayor», asevera González de Durana. Para la galerista Helga de Alvear, «se trata de campos diferentes que muchas veces tienen vías de exposición y comercialización distintas. A las galerías de arte contemporáneo les interesa más la obra de artistas que utilizan la fotografía como soporte de sus ideas o de su estética, como es el caso de Thomas Ruff, Andreas Gursky, Montserrat Soto y Daniel Canogar, entre otros».
Obviamente, este progresivo interés por la fotografía como arte ha generado la aparición de nuevos coleccionistas atraídos por unos precios algo más asequibles que los de la pintura y la escultura. Si desde hace mucho tiempo existía un importante mercado de fotografía clásica con los míticos autores del siglo XX, a partir de los años 80 también ha surgido una generación de artistas formados en Bellas Artes que han utilizado la fotografía como único medio de expresión. Según la galerista Lola Moriarty, «ahora es frecuente la presencia de creadores que deciden investigar o transmitir sus ideas y conceptos plásticos en el soporte fotográfico».
Fotógrafos españoles
Todo ello ha producido una importante demanda, cuya consecuencia inmediata ha sido el incremento y la revalorización de sus precios. Hace algo más de un mes, la central de Christie's en Londres remató la conocida obra Big Nude III de Helmut Newton por un precio de 264.000 euros, una cifra récord en las ventas del fotógrafo alemán fallecido recientemente. Sin embargo, no ha sido Newton el único autor en alcanzar precios tan elevados. De hecho, en las subastas de octubre de la misma casa también Robert Mapplethorpe llegó a los 293.000 euros con una de sus fotos de flores, mientras que otra de Irving Penn se quedó alrededor de los 255.000 euros.
Uno de los autores contemporáneos más valorados en la actualidad es el alemán Andreas Gursky, cuya obra Untitled V se vendió por 466.000 euros en una subasta londinense en Febrero de 2002. Por lo que se refiere a los fotógrafos españoles, y a pesar del incremento de los precios derivados de la creciente demanda coleccionista y de las compras realizadas por los museos e instituciones públicas, todavía es posible adquirir ciertas obras a precios razonables que oscilan entre los 500 y los 6.000 euros.
Es el caso de las fotografías de Chema Madoz, Alberto García Alix, Tony Catany y Cristina García Rodero, todos ellos galardonados en los últimos años con el Premio Nacional de Fotografía.