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ESPAÑA

Bienvenido, míster Evo

La colonia boliviana en España pertenece a la clase trabajadora y admira a Morales

TEXTO:/BLANCA TORQUEMADA / MADRID
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Entusiastas, pero contenidos. En muchos casos, prudentes por su situación ilegal. La nutrida colonia boliviana en España (unas 120.000 personas de las que sólo 50.000 tienen 'papeles') sabe que la visita de Evo Morales, su presidente electo, será fugaz como la de míster Marshall, apenas un soplo de indigenismo agraviado en demanda de reparación y de un margen de confianza en la vieja Europa. No han organizado comité de recepción, pero siguen atentos a cualquier hueco que deje su ajustadísima agenda para

«Justicia» es la palabra más repetida, la que una gran mayoría de estos ciudadanos asocia a la efigie voluminosa y curtida del dirigente cocalero. Es la primera que acierta a mencionar Jesús Romero, llegado a Madrid desde Cochabamba el día 18 de diciembre, precisamente la jornada de las elecciones en Bolivia. A Evo, en el paraíso de los recién ungidos por las urnas, no se le considera aún tiznado por el pecado original de la corrupción, el cáncer andino.

Este estado de gracia entre los suyos se refleja con pasmosa unanimidad en un improvisado coloquio en la sede de la Asociación de Cooperación Bolivia-España (Acobe), la ONG en la que buena parte de los inmigrantes bolivianos busca consejo y asesoramiento. La entidad elude cualquier consideración sobre la nueva situación política («nuestra labor es la de ayudar y no otra», resume la presidenta, María Luz Valdivia), pero quienes acuden a ella sí se lanzan, reticentes en un principio y más expresivos cuando toman confianza, a expresar su respaldo a Morales y su fe en un cambio sustantivo. «Somos nueve millones de habitantes -resume Rolando Pereira- y un 5 por ciento de la población posee el 80 por ciento de la riqueza».

Bajarse el sueldo

En ese paisaje de sangrante desigualdad, la política de gestos del dirigente indígena ha calado, a falta de comprobar con la perspectiva del tiempo los resultados de su gestión: «Ya ha dicho que comenzará por bajarse el sueldo -recuerda Elena de Valderrama, veterana en España con permiso de residencia-, el suyo y el de los demás políticos».

Ninguno de los presentes ha votado, pero Narda Rojas ve una nueva luz: «Quizá los bolivianos dejemos de ser los que pedimos limosna sentados en una silla de oro, como ocurre ahora».