Cultura

La vida exagerada del 'ciudadano Hearst', en una biografía Amistades peligrosas

David Nasaw publica un libro sobre el magnate que inspiró a Orson Welles el protagonista de 'Ciudadano Kane'

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Si viviera, puede que hubiera impedido su publicación. No le habría costado demasiado, ni le habría temblado el pulso al todopoderoso magnate William Randolph Hearst impedir la aparición de una biografía no autorizada sobre él. Pero Hearts, el Ciudadano Kane que inspiró a Orson Welles su mítica película, murió hace más de medio siglo y ahora el historiador estadounidense David Nasaw ha podido firmar la primera gran biografía del omnipotente y excéntrico editor tras haber accedido a su archivo personal con el consentimiento de la familia. La publica en español Tusquets bajo el título Hearts. Un magnate de la prensa.

Nasaw ha manejado mucho material inédito sobre la exagerada vida de este personaje que nació en San Francisco en el año 1863 y falleció en Beverly Hills en 1951. Hearts fue un individuo legendario al que la película de Orson Welles concedió categoría de mito, convirtiendo a William Randolph Hearts en Charles Foster Kane.

Hearst, o también Kane murió cuando nacía la televisión, pero fue el creador del primer gran imperio mediático de la historia, con una audiencia de más de 20 millones de personas. Tenía más de treinta mil trabajadores a sus órdenes en una treintena de periódicos, quince revistas, una decena de cadenas de radio que cubrían todo el territorio estadounidense, estudios que elaboraban sus noticieros cinematográficos y un océano de propiedades inmobiliarias.

Su perfil

En el emprendedor perfil mediático de Hearts ha profundizado Nasaw. Amasó su fortuna alimentando un género, el periodismo amarillo, al que se dedicó con denuedo tras abandonar sus estudios en la famosa Universidad de Harvard y hacerse cargo de un modesto diario propiedad de su padre con apenas 15.000 lectores.

Furibundo anticomunista, partidario sin tapujos de la intervención de Estados Unidos en la guerra hispanocubana, obtuvo un éxito fulgurante que trataría de reeditar en la política con desiguales resultados.

Acumula Nasaw testimonios sobre The Boss, El Jefe, el implacable editor que manejaba los hilos de su entramado de medios explotando las noticias sensacionalistas que contribuía a crear en una inagotable cadena. «Proclamaba con orgullo que mientras los otros periódicos se limitaba a plasmar las noticias, los suyos las creaban» escribe Nasaw.

Ordenaba a sus subordinados, explica el biógrafo, «comprar solamente historias que pudieran convertirse en guiones, que producirían luego sus estudios cinematográficos, publicarían por entregas y reseñarían y publicitarían sus periódicos y revistas. Difundía las noticias de sus diarios por la radio y las ponía imágenes en sus noticiarios».

Fascinante

Casi 800 páginas ha necesitado Nasaw para perfilar la inabarcable figura del magnate, que reconoce es «mucho más fascinante de lo que había pensado». Un perfil que ha podido trazar tras consultar miles de documentos hasta ahora vedados a los investigadores: cartas, notas, apuntes, telegramas, artículos y editoriales del puño de Hearts. Papeles que se custodian en la Bankroft Library de Berkeley y el Hearts San Simeon Historical Monument y que le hicieron comprender «su historia estaba por contarse».

La contradicción es el rasgo mas característico en la vida de Hearts según su biógrafo, que lo describe como «un tímido que se encontraba bien entre multitudes; un halcón en la guerra de Cuba y México, pero un pacifista en Europa; un jefe despótico incapaz de despedir a sus empelados; un esposo devoto que vivía con su amante y un californiano que se pasó la vida en el Este».

Nasaw recorre minuciosamente en nueve extensos capítulos la trayectoria vital de Hearst, desde su nacimiento en una familia de emigrantes de Missouri que hizo fortuna en la minería hasta su tristísima y solitaria muerte, a punto de cumplir 90 años, con la memoria y la salud arruinadas en su fastuosa mansión del popular barrio de Beverly Hills. Hablando de lujos, era San Simeón, un extravagante palacio digno de las mil y una noches, en el que había acumulado miles de obras de arte que en dinero de hoy los experto valoran en más de 200 millones de euros. Entre los tesoros de San Simeón, un claustro medieval español que le proporcionó Arthur Byne, un avispado aventurero que en el primer tercio del siglo XX esquilmó iglesias, palacios y conventos de media España. Joyas que, piedra a piedra, viajaban al otro lado del Atlántico. Bayne compró para Hearts el monasterio cisterciense de Sacramenia por 40.000 dólares. Entró en Estados Unidos por el Puerto de Nueva York embalado en casi 11.000 cajas consignadas como material de construcción.

Cuando le toca relatar la historia de de sus parejas, Nasaw tampoco olvida como a Hearts le gustaban las mujeres tanto como el dinero y el poder, y como a lo largo de su vida las persiguió con el mismo e insaciable entusiasmo que le movió a acumular dólares o a lograr alcanzar la alcaldía de Nueva York o la Casa Blanca como candidato del partido demócrata de los Estados Unidos. De todas las facetas de una vida más que intensa se ocupa Nasaw, que se detiene en las peligrosas amistades de Hearts. Unas amistades ente las que se contaba Charlie Chaplin, al que Hearts habría tratado de asesinar por suponer que se la pegaba con su fiel amante, Marion Davies.

Los tres viajaban en el lujoso yate de Hearts, donde se supone que el magnate disparó sobre Chaplin, acabando infortunadamente con la vida del productor Tom Ince. Un oscuro episodio sobre el que Nasaw reconoce la ausencia de pruebas.

También abunda Nasaw en otra relación peligrosa, la que Hearts sostuvo con Adolfo Hitler, colaborador habitual en los medios del magnate desde el momento en que el partido Nazi inicio su ascenso al poder en Alemania. Se vieron Hitler y Hearts las caras en Europa y la relación fue fluida hasta que el periodista exigió un precio exorbitante por su artículos y fue despedido. También escribieron para sus diarios Benito Mussolini y Winston Churchill.

Además, relata la historia de su colección de amantes hasta establecer incluso relaciones peligrosas. Ocupa un lugar especial Marion Davies, corista a la que conoció con 18 años, y que sería su amante hasta el final de sus días. Hearst trató de convertirla en una estrella, como refleja Ciudadano Kane el filme de Welles, que el magnate nunca vio y cuyo original trató de destruir a toda costa.