Vic, ciudad de gama alta
Pisos que han subido en algo más de una semana, coches de lujo, abrigos de pieles antes sólo imaginados... La lotería de Navidad dejó en la localidad catalana un buen puñado de millones
Actualizado: GuardarVic entra en 2006 después de unos cuantos días entre la realidad y el sueño. Con los efectos de la suerte planeando todavía sobre la ciudad, los vigitanos acuden en buen número a los establecimientos loteros, con la ilusión de que el sorteo del Niño vuelva a llenarles los bolsillos.
La administración número 3 de esta coqueta población del interior de Cataluña, que el 22 de diciembre repartió más de 510 millones de euros del Gordo de Navidad, sigue siendo un hervidero. Las colas obligan a algunos clientes a esperar en la calle, mientras detrás de la ventanilla la familia Colina despacha décimos a destajo para la próxima cita con la fortuna. «Algunos tientan a la suerte comprando el 20.085, el número agraciado el pasado día 22», comenta Enric Colina, todavía con la resaca del acoso de los medios de comunicación de los últimos días.
Clientes que no se encuentran entre los ya afortunados, confían en que el sorteo del año nuevo se acuerde de ellos. Y es que este mismo negocio repartió en 2002 una serie del primer premio del Niño, que aunque para algunos es secundario, «es un premio que sale más repartido», afirma Colina.
«Pago yo»
A pocos metros de la administración lotera, el bar Ronda, que repartió 60 millones de euros entre sus parroquianos, continúa sirviendo cafés, inmerso en una fingida normalidad. «Hoy pago yo, que soy millonario», grita un cliente detrás de la barra. El propietario del bar, Josep Antón, jugaba al mismo número desde hacía cinco años. Ahora, los habituales, que de tan clientes ya son amigos, quieren obsequiarle con una cena.
Los comercios de la ciudad han notado la lluvia de millones. Joyerías, peleterías, establecimientos de electrodomésticos y concesionarios de coches han sido algunos de los negocios más frecuentados por los nuevos millonarios, aunque les cuesta reconocerlo. Enric Codina, jefe de ventas de la marca BMW en Vic, sonríe al ver el local lleno de clientes. «Desde el jueves 22 ha habido ocho pedidos; un hecho extraordinario tratándose de vehículos de gama alta», asegura. Aunque los interesados por los coches no confiesan que les ha tocado un buen pellizco del Gordo, «se les nota en la cara», asegura este jefe de ventas, quien ve llegar al establecimiento a compradores «sin ninguna idea, sólo con el convencimiento de que pronto podrán conducir un serie 5 o serie 3».
Sin embargo, todos los comerciantes coinciden en que las ventas se notaran más cuando los afortunados hayan cobrado el premio, a principios de año. «Primero se lo tienen que creer», comenta Enric Codina. «La gente está planificando qué hacer con el dinero. Hasta que lo tengan en mano, no empezarán a hacer operaciones importantes», asegura.
Uno de los fenómenos más impactantes se ha producido en el sector inmobiliario. El precio de las viviendas de nueva construcción ha aumentado entre 5 y 6 millones en estos días. Algunos constructores han parado las ventas hasta el año nuevo para fijar un precio acorde con el nivel adquisitivo de los compradores en potencia. Y son muchos los vecinos que muestran indignación ante esta repentina subida de precios. «Vic tiene 37.000 habitantes, pero sólo a 4.000 les ha tocado el Gordo; ¿y los otros qué?», se pregunta una joven en la Plaza Mayor.
En la inmobiliaria Habitatge, situada en la Plaza de la Estación, aún muestran con orgullo las portadas de los periódicos del día 23. Y es que este negocio fue tocado por la suerte, ya que repartió entre sus clientes participaciones del número 20.085. También los trabajadores se quedaron su parte.
Leyendas urbanas
La lotería sigue siendo el tema de conversación estrella en las calles y en los comercios. Una situación que ha generado ya algunas leyendas urbanas, como la que asegura que los hijos de una familia agraciada acuden al colegio con escoltas. También se comenta que el mismo jueves 22 por la tarde, una peletería muy céntrica facturó dieciocho abrigos de piel. Sin embargo, los comerciantes se muestran muy cautos al hablar de las ventas. No quieren lanzar las campanas al vuelo.