Rusia pone a Europa a todo gas

Mientras Europa comenzaba el año adormecida entre las burbujas de champagne y los valses de Strauss, Rusia cortaba el suministro de gas natural a Ucrania. El Gobierno de la ex república soviética no ha aceptado el aumento de precio que exigía Putin. Para Ucrania, con 50 millones de habitantes, el problema es mayúsculo pues la subida quintuplica los precios anteriores. Su ineficiente industria utiliza un 70 por ciento más combustible por unidad de producto que cualquier de los países competidores. Se podía permitir ese despilfarro porque Rusia aplicaba a Ucrania un precio subvencionado. Pero Putin necesitaba vengarse de Yuschenko, el actual primer ministro, pro-estadounidense, que ganó las elecciones de 2004 frente al candidato protegido por Rusia.

Yuschenko pretende que la Ucrania de su Revolución Naranja abandone su dependencia de Moscú y se integre a la UE y en la OTAN. De manera que lo que podía ser un problema ruso-ucraniano se ha convertido en un quebradero de cabeza para Europa. Porque el 80 por ciento del gas ruso que consume la UE pasa por Ucrania. Este país cobra como derechos de tránsito un 15 por ciento del gas que circula por su territorio. Y como no es suficiente para cubrir sus necesidades ha empezado a robar el destinado a los países de europeos. Así que, de rebote, Putin está amenazando a todas las economías europeas. Algo que contempla Estados Unidos con satisfacción. Porque, por carambola, Ucrania podía presionar a Rusia encareciendo los precios de arriendo que cobra por la base de la flota rusa del mar Negro que se encuentra en Crimea, territorio que Jruschov regaló a Ucrania. Y también podría cerrar dos estaciones de radares rusos que previenen ataques de misiles a Moscú y dejar de dar servicio a los misiles estratégicos rusos RS-20. Nadie se cree que Rusia conceda una moratoria a Ucrania ni que ésta lleve el asunto al Tribunal de Arbitraje Internacional de Estocolmo. Así de animado empieza el año.