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Rusia asume la presidencia del G-8 en medio del debate

Adquiere la responsabilidad cuando los rusos son objeto del mayor recorte de derechos y libertades desde la época de Gorbachov

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A los muchos impedimentos que los críticos del Kremlin en Europa y EE UU veían a la presencia del gran país euroasiático en el G-8 (los siete países más industrializados del mundo y Rusia) se une ahora el de haber llegado a una situación insostenible con Ucrania por culpa de la subida de los precios del gas. El conflicto amenaza con perjudicar los suministros de gas natural a Europa precisamente en el momento en el que, por primera vez, Rusia asume la presidencia anual del G-8 bajo la bandera de la «seguridad energética». La próxima cumbre del G-8 se celebra en julio, en San Petersburgo.

Algunos eurodiputados y senadores estadounidenses consideran «paradójico» que Rusia se haga cargo de la presidencia del club de las democracias más prósperas del planeta justo cuando los rusos son objeto del mayor recorte en sus derechos y libertades que se recuerda en las dos últimas décadas, desde que Mijaíl Gorbachov comenzó su 'perestroika' allá por el año 1985. A la monopolización por parte del Estado de los medios de comunicación audiovisuales se unió después la eliminación de las elecciones de gobernadores regionales y una intervención cada vez mayor del Gobierno en la economía. La última medida regresiva ha sido la adopción de una ley que limitará la actividad de las ONG en Rusia, criticada a nivel internacional.

Moscú ha recibido además numerosos reproches de Occidente por sus estrechos contactos con el régimen de Damasco y, sobre todo, por su programa de cooperación nuclear con Irán. Rusia da apoyo también a dictadores como los presidentes de Bielorrusia y Uzbekistán, Alexánder Lukashenko e Islam Karímov.