Rakitic vuelve a casa
El croata descartó hasta seis ofertas superiores económicamente; «ya le dije que en la Supercopa de Europa lo veré... con la camiseta del Sevilla», dijo Suker
Seis años después, 2.267 días concretamente, Rakitic regresa a casa para volver a enfundarse la camiseta del Sevilla Fútbol Club. Tras arduas negociaciones porque el Barcelona quería sacar tajada por su venta tras conocer que había hasta seis ofertas de clubes muy importantes, la presión y el único interés del mediocentro de volver a Nervión terminó por hacer cambiar de opinión al club presidido por Bartomeu. Como ya indicábamos en estas mismas páginas en el día de ayer, sólo faltaba una llamada del Barcelona para responder a la última propuesta presentada por su agente, Arturo Canales. Sería un poco antes de las 09.00 de la mañana cuando la entidad azulgrana, metida de llena en la presión que conlleva el «caso Messi», le daría el «ok». El director deportivo del Sevilla, Monchi, en permanente contacto con Rakitic, respiró por fin: Rakitic vuelve a casa y se convierte en el tercer fichaje para la temporada 2020-21 tras Suso, Óscar Rodríguez (lo de Bono sólo falta anunciarlo). Hoy debería hacer oficial el club la vuelta de uno de sus jugadores más importantes en la historia reciente de la entidad.
Una de las personas que mejor conoce a Rakitic, el exjugador del Sevilla y hoy presidente de la Federación Croata de Fútbol, Davor Suker , habló con ABC de Sevilla sobre la vuelta del mediocentro al club de Nervión: «Acabo de hablar con él. Ya le dije que lo veré en la Supercopa de Europa… con la camiseta del Sevilla. Lo veré en Budapest. Lo que espero es que juegue bien, que marque muchos goles y que ayude al Sevilla. Me da mucha alegría por Ivan y por el Sevilla. También, y desde mi posición, lo que me gustaría es que tuviera un año muy bueno para que nos ayude también a nosotros, Croacia, a hacer cosas importantes. Es un futbolista al que le queda mucho por hacer, ahora, con la selección y en el Sevilla», señaló orgulloso Suker al hablar de su amigo Rakitic.
Muy atrás quedan ya las lágrimas que derramó Rakitic aquel 30 de junio de 2014 en el estadio Sánchez-Pizjuán para despedirse de la afición , y en el que le prometió a Monchi, siempre a su lado, que algún día volvería. Como Reyes. Como Navas. Como Banega. También el croata se fue a probar nuevas experiencias con la única idea de volver a ponerse algún día la camiseta del Sevilla. Su obsesión fue tan grande que en distintos momentos, sobre todo, antes de marcharse, pidió comprensión a los dirigentes del club para tratar de irse con honores, sabedor de que sólo así quedaría la puerta abierta. El Sevilla quería entonces renovarlo, pero Rakitic esgrimió una serie de detalles que terminaron por convencer a José Castro como presidente y a Monchi como director deportivo; también a José María del Nido Carrasco, con el que guarda una estrecha relación de amistad. Rakitic necesitaba probar otro mundo. Y lo hizo. ¡Vaya si lo hizo…! Trece títulos como ejemplos en las seis temporadas que jugó en Barcelona.
Los caminos del Sevilla y de Rakitic se separaron e incluso hubo un instante, antes de empezar la temporada pasada, en la que el mediocentro se planteó la posibilidad de hacer las maletas para volver a Nervión. No era el momento. Fue imposible desde el principio. Rakitic y el Sevilla se han esperado 2.267 días para volver a verse; para que el «rubio» de Pino Montano —barrio del que es su mujer, Raquel— se vuelva a poner el escudo del Sevilla Fútbol Club en el pecho. En la intimidad (que se lo pregunten a los jugadores del Barcelona) siempre habló del Sevilla como algo suyo. Sus suegros, sevillistas de cuna, no pararon de bromearle (algunos dicen que no eran bromas) para hacerle ver que ya era hora de regresar a casa. Porque Rakitic, aunque vio la luz en Suiza y está nacionalizado como croata, nació en Sevilla. Así de claro. Más de una vez se la escapado cuando le han hecho alguna entrevista internacional. El acento le delata, y sus ojos hoy, con la emoción de un niño chico, revelan que el fútbol es más que darle patadas a un balón. Mucho más.