Hoja Roja

Valcárcel y el topolino gratis

Bienaventurados los mansos, dice san Mateo, porque ellos heredarán la tierra

Yolanda Vallejo

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En Cádiz no es primavera cuando lo dice El Corte Inglés, sino cuando abre «Los Italianos» y hace su, ya popular –deberían considerarlo tradicional-, reparto de topolinos gratis. Ahí está la clave, en el apellido del topolino, claro; pueden caer chuzos de punta, pueden unirse ... el cielo y la tierra, pero esta ciudad nunca defrauda cuando la palabra gratis se cuela en la propuesta. En menos de una hora se acabaron los topolinos con los que la heladería daba la bienvenida a una nueva temporada, nada fuera de guion. Ya es primavera en Cádiz, aunque el tiempo no acompañe, y aunque la ciudad esté cada vez más cerca de un invierno demográfico que se presenta largo y duro. Dos comercios más han cerrado esta semana dejando dos huecos más en las calles Columela y San Francisco, y sin que pase absolutamente nada, más allá de alguna broma sobre los colchones y sobre gente que todavía los estará pagando. Vamos camino de convertirnos en la ciudad de los bares, de eso ya no hay dudas. La hostelería se ha afianzado de tal manera, que incluso ha terminado por transformar definitivamente eso que los modernos llaman el territorio. No es algo que haya pasado en dos días, ya lo sabe, porque los grandes cambios comienzan con gestos pequeños. Acuérdese de cómo eran la calle Plocia hace veinte años, o la calle Nueva, o la plaza Mina, o el Mentidero o Candelaria; acuérdese, incluso, de cómo era la calle Ancha hace dos décadas… nada que ver con lo que tenemos ahora; y todavía nos cuesta reconocer, sin complejos, que somos una ciudad dedicada a la hostelería, algo que no tendría por qué avergonzarnos ya que nos hemos convertido, nos guste o no, en una ciudad turística. Y no crea que voy a hacer mi habitual alegato de vecina cabreada con las servidumbres que acarrea lo de vivir en un parque temático, quizá porque ya me he acostumbrado y porque no hay verdad más grande que la que señala el refranero y sí, lo poco espanta y lo mucho ha terminado por amansarme.

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