opinión
Saturno devorando a sus hijos
A Pablo Iglesias, el exlíder de Podemos, la piedra se le está haciendo bola. Tiene el paladar fino y sabe como destrozar a sus piezas antes de devorarlas
Cronos, el dios griego del tiempo, tenía la feísima costumbre de comerse a sus hijos tal y como nacían, porque tenía la sospecha de que uno de sus descendientes lo destronaría. Ya ve la gracia que le haría a Rea, su esposa y hermana, tener ... que servirle de cena a su marido cada niño que traía al mundo. Así, Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón fueron devorados por su propio padre antes de que a alguno de ellos se les ocurriera decir ni pío. Los romanos llamaron Saturno al parricida y mucho tiempo después, Goya se encargó de pintarlo en plena faena, como una advertencia «cuidao conmigo, que vengo que muerdo» -bueno, eso es de Martínez Ares pero también me vale- al personal. Que siempre hay alguien más joven y con más hambre que tú detrás de ti en la escalera, que diría Cristal en 'Showgirl' y hay que andarse con cuidado.
Acostumbrado Saturno a comerse a todos sus tiernos infantes y olvidándose del peligro que le acechaba no se dio cuenta de que Ops -su mujer- le dio una noche gato por liebre y le sirvió una piedra envuelta en pañales. Zeus, el chiquillo librado de las garras de la muerte, no solo le pegó una patada al padre sino que devolvió a la vida a sus hermanos y entre todos lo mataron y Saturno solo se murió sin que tuviese tiempo ni capacidad de reacción. La moraleja ya sabe usted cuál es, «Tu quoque, fili mi?» que le dijo César a Bruto mientras lo cosía a puñaladas. Todo un clásico.
A Pablo Iglesias, el exlíder de Podemos, la piedra se le está haciendo bola. Tiene el paladar fino y sabe como destrozar a sus piezas antes de devorarlas. Lo hizo cuando no era exlíder y lo hace ahora, a pesar de la distancia, porque huele el olor de la traición, o de lo que él considera traición. Así, al menos, se lo ha hecho saber a la resabiada y eternamente Yolanda, que le ha salido respondona, «pero compañera, te hemos hecho vicepresidenta, te hemos hecho ministra. Respétanos, que nos hemos ganado ese respeto en este país, que nos han machacado como a nadie, que gracias a la militancia de Podemos hay un gobierno de coalición con Unidas Podemos dentro. Que lo que has hecho en el Ministerio de Trabajo, que es histórico, es gracias a que existió un partido que te defendió como ministra de Trabajo, que no fue el tuyo, que fue Podemos». Ahí lo tiene, con mucha palabrería pero con un mensaje muy claro «muchacha, que no te puse donde estás para que ahora te pongas flamenca», y sin darse cuenta de que, con sus palabras, se está cargando su propio proyecto, aquello de las confluencias y las asambleas y los círculos y toda la liturgia con la que nos quisieron vender que Podemos no era un partido político como los demás, «compañera, te hemos hecho vicepresidenta».
Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, y parece que Pablo Iglesias no quiere darse cuenta de que el tiempo de Podemos ya pasó. Que los enanos han crecido mucho en estos últimos años y que la gente puede estar enfadada pero no es tonta, y sí se ha dado cuenta de que lo de Iglesias era un proyecto personal, a ratos caprichoso y a ratos ingenuo que no tenía demasiado recorrido. El Saturno de Podemos se comió a Sergio Pascual, a Íñigo Errejón, a Carolina Bescansa -que digo yo que el chiquillo estará ya muy mayorcito- a Ramón Espinar, y lo intentó con Teresa Rodríguez y con José María González aunque le resultaron duros de roer y al final abandonó la caza, o la causa, quién sabe.
No contaba el catequista Iglesias -con tanto como ha leído- con que lo de matar al padre va en la condición humana. Yolanda Díaz ha dicho que «no le debe nada a nadie» -bueno, eso no se lo cree ni ella- y que, si está agradecida, no es solo a Podemos, sino al PCE, a Izquierda Unida, a En Marea, a Galicia en Común, y le ha faltado decir «y a mi padre y a mi madre que me estarán escuchando», porque si el ego de Pablo Iglesias era alargado, el de la vicepresidenta lo tiene en tres dimensiones y en estéreo. Vamos, que no necesita aduladores porque ya se adula ella sola y se reconoce todos los méritos; ella creó los Ertes, ella se partió la cara por los trabajadores, ella ha conseguido la reforma laboral, ella ha luchado por la subida salarial… que sin ella, sin la eternamente Yolanda, sabe Dios donde estaríamos usted y yo ahora mismo.
De momento, y a pesar de la pataleta de Iglesias, el proyecto de la ministra de Trabajo sigue «sumando» -sumas pequeñas y, de momento, sencillitas- y sigue mordiendo la mano de quien le dio de comer. Los de Podemos aun no tienen muy claro -ellos no tienen muy claro casi nada- quien será el líder o la líder en las próximas elecciones, y aunque tienden una mano a Yolanda Díaz «Yo creo que sería la mejor candidata, lo he dicho muchas veces», porque no deja de ser la persona que Iglesias designó personalmente como su sucesora, no pueden disimular los ardores de estómago que les están produciendo la ministra y su estrategia para devorar lo poco que queda de Saturno, «Sumar no es un complemento de otras formaciones políticas» ha dicho en repetidas ocasiones.
La verdad es que no sabemos qué es «Sumar», pero si como ella afirma, «va de escuchar a la gente, dialogar y construir un país» mucho me temo que Podemos tiene las horas contadas y lo saben, y por eso van a la desesperada. «Hay que ser estúpido si alguien piensa que le va a ir bien si a Podemos les va mal», dice Pablo Iglesias. Yo debo ser estúpida, y quizá usted también.
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