HOJA ROJA

Queridos Reyes Magos

Pido poco y espero menos, sobre todo este año que no sale Don Antonio

Os escribo por aquí porque no me ha quedado otro remedio. Los carteros están en huelga y dudo mucho de que os llegue mi carta si la meto en la boca del león de Correos; la sobrecarga de trabajo en estas fechas y el poco ... personal destinado en las oficinas de la ciudad son la tormenta perfecta para que ni siquiera el cartero real –y eso que no ha parado en el último mes- haya podido recoger todas las cartas de los gaditanos –y las gaditanas, que la corrección es lo último que debe perderse- para hacéroslas llegar a tiempo. Tampoco habría podido, ya lo sabéis, porque el tiempo se ha puesto contra de todos nosotros y, en el momento de escribir estas líneas -esto es muy del género epistolar, pero es en lo que estamos- lleváis ya dos días en nuestra ciudad. La ciudad más maravillosa del mundo, que no lo digo yo, sino que lo ha dicho nuestro alcalde en una vídeocarta –el alcalde de antes era de los de antes, de carta solo- que nos ha mandado a todos los gaditanos con motivo de estas entrañables fiestas. Espero que al recibo de esta ya os haya dado tiempo de ver cómo hemos cambiado desde la última vez que estuvisteis por aquí; y si no, seguro que hoy tenéis un rato –no tenéis otra cosa mejor que hacer- para daros una vuelta y comprobar que nos hemos portado bien este año. Demasiado bien, diría yo. Tan bien que, para recibiros, os preparamos el viernes una demostración de todo lo que somos capaces de hacer en un solo día: cabalgatas, carnaval, procesiones… solo faltó que jugara el Cádiz, pero como siempre pierde, tampoco era plan de forzar las cosas.

Ya habéis visto que en Cádiz cada vez somos menos. En toda mi calle vive menos gente que en un bloque de la barriada de la Paz, y la mitad de ellos son –ya lo sabéis- turistas. Sí, ya sé que hay quien dice que somos unos exagerados y que nos quejamos por todo, y que qué bien que vengan los guiris a darnos de comer, pero hay veces que tengo la sensación de que vivo sin vivir en Cádiz y muero porque no muero, que para estos casos me pongo como la santa de Ávila, del coraje que me dan los apartamentos turísticos, los legales y los que no, que haberlos, haylos. En estos momentos, somos 110.914 vecinos en Cádiz, lo que nos convierte en un pueblo, pero con las incomodidades de una ciudad –¿o se dice al revés? - y nos acerca peligrosamente a una frontera que no deberíamos cruzar. Pero bueno, esto os lo cuento porque, ya que somos pocos, podíais hacer el esfuerzo de traernos todo lo que hemos pedido. O por lo menos, no solo lo que necesitamos, porque el pijama y los calcetines estaban bien para la pandemia, pero ahora que el gobierno nos ha quitado la reducción del IVA en los suministros de luz y gas y también en la leche, el aceite y los huevos, este mes de enero se nos va a hacer muy cuesta arriba. Aunque ya habréis visto que, al mal tiempo, nosotros le ponemos nuestra mejor cara. Y, sobre todo, le echamos imaginación. Creatividad lo llaman, pero –entre vosotros y yo- solo es instinto de supervivencia.

Así que, como os dije al principio, os escribo por aquí y me ahorro el sello. Allá voy. Queridos Reyes Magos, como hemos sido buenos y somos bastante dóciles y un poco indolentes, os pongo en copia la carta que os escribió el alcalde hace unos días, porque como, en el fondo, sé que no vais a traer nada, así me ahorro las frustraciones. Lo del muelle-ciudad que no se os olvide, y aunque la presidenta de la Autoridad Portuaria ha dicho que eso «no es un huevo que se echa a freír», os pido que nos traigáis por lo menos, el proyecto, que ya sabéis que me gustan mucho las maquetas y estoy deseando ver la «franja verde ajardinada y arbolada», el espacio multiusos y las dos fuentes transitables –todavía estoy esperando la fuente seca de la plaza de España, que no se me ha olvidado pero la doy por perdida- y que tampoco se os olvide lo de la zonas de bajas emisiones, que eso es fácil, porque si solo pueden transitar en coche los residentes, como somos tan pocos, no será complicado de conseguir. Al resto de la carta, el parque del cementerio, el teatro del parque Genovés, lo de Tabacalera, el arreglo de la pérgola y lo de la Casa del Carnaval, no le hagáis ni caso, que todos los años lo pedimos y nunca nos lo traéis. Tampoco os lo tendremos en cuenta.

Así que os dejo los zapatos en el balcón esta noche, espero que no se me mojen mucho. Pido poco y espero menos, sobre todo este año que no sale Don Antonio. Y, si el año que viene tenéis ganas de volver, ya sabéis dónde estamos… los que quedemos.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios