Leña del árbol caído

Tiene que ser muy difícil gestionar una ciudad cuando el horizonte está cada vez más cerca y es cada vez más incierto

Yolanda Vallejo

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Como soy carne de frases motivacionales -bueno, de refranes, mejor dicho, que no tiene una ya edad para ir tonteando con merchandising para adolescentes-, no me quito de la cabeza esta semana el proverbio, o lo que sea, de los árboles y el bosque. Ya ... sabe, aquello de «que los árboles no te impidan ver el bosque», en clara alusión a esas situaciones en las que nos fijamos en los detalles menos trascendentales y dejamos pasar lo que de verdad importa. Mi abuela lo explicaba mejor y decía que eso era aprovechar el afrecho y malgastar la harina, que es menos poético pero igual de efectivo. El caso es que, en estos días, los árboles se han empeñado en no dejarnos ver el bosque. Cinco árboles en menos de una semana han sufrido desgarros, roturas y desprendimientos de ramas en nuestra ciudad, por causas, al parecer, totalmente ajenas a las tareas de limpieza y conservación de los mismos ya que, según el equipo de Gobierno «realiza constantemente campañas de mantenimiento y revisión del arbolado de la ciudad». De hecho -resaltan- gracias al trabajo que se realiza se evita la caída de muchas más ramas de árboles. Vamos, que podía ser peor, dicho en pocas palabras, menos poéticas pero más efectivas.

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