la hoja roja
¡Qué escándalo!
A nuestro Ayuntamiento le preocupa mucho, muchísimo, que el Carnaval no se convierta en un botellón –a buenas horas, mangas verdes- y que no vengan las hordas de vándalos el sábado a mearnos las calles
No somos una aldea gala, pero como si lo fuésemos. La construcción mental -y cultural- de que somos una isla de plata en el medio de algo parecido a la nada, la hemos alimentado durante siglos de resistencia, de supervivencia, y -sobre todo- de mirar ... para otra parte cuando algo no nos interesaba. Eso lo hacemos muy bien los de Cádiz, que nos ponemos a mirar los balcones, o los escaparates, cuando vemos por la calle que viene alguien a quien no queremos saludar: «¡Ay, que no te había visto!» decimos, si nos pillan en un renuncio; no ni ná, que no te había visto…; a mí, en el fondo –y en las formas, también- me encanta esa manera de ser y estar, tan gaditana. Tal vez porque somos pocos y nos conocemos mucho, pero, sobre todo, porque tenemos una gran capacidad para la abstracción y para mirarnos el ombligo. Ya lo dice la maravillosa promo del COAC que ha realizado OndacadizTV: «en la vida hay cosas más importantes... pero no en febrero». Ni en febrero, ni en este final de enero que nos pilla tarareando estribillos. Que sí, que bastará un escalofrío, como decía don Antonio, o que, como en la Cenicienta, con las últimas campanadas del año todo se va transformando en Carnaval. No hace falta más; no interesa nada más –bueno, alguna cosa sí que interesa, aunque sea por los memes- y no queremos nada más.
Así, que todo nos suena a carnaval: la investidura presidencial de Donald Trump con el sombrero cordobés de Melania, los amiguitos invitados a la fiesta, el hijo chico del presidente que parecía escapado de un grupo joven cofrade o las caras de Joe Byden mientras la rubia country cantaba aquello de «América, América» tienen, aunque sea, una cuarteta de popurrí. El interrogatorio del juez Carretero a Elisa Mouliaá y el repertorio de tetas, culo, bragas y el para qué se la sacó Errejón –iiiiiinnnnnn- son de cuplé chungo de chirigota chunga. La campaña que la ciudad ha presentado en FITUR, ya sabe, eso de «no buscamos turistas, sino enamorados de Cádiz» es una presentación de comparsa de las de pelitos de punta, aunque lo de Antonio Orozco y los chicharrones también tiene su punto. El tema de la vivienda, de las viviendas, en nuestra ciudad, o el informe de la Oficina Andaluza Antifraude con los funcionarios y sus tentaciones, dan para una parodia de cuarteto. Y luego, el tema libre, ese que todas las agrupaciones están locas por meter y todo el público está loco por sacar, y no seré yo quien se lo diga, que usted lo sabe igual que medio Cádiz.
En la vida, ya ve, hay cosas más importantes, pero no en esta ciudad que tiene la capacidad de darle al botón de pausa durante más de un mes para poder seguir respirando el resto del año. Llámelo como quiera, yo lo llamo –porque me niego a decir resiliencia- sabiduría. Que hay que saber mucho para saber hacerse el tonto, y ponerse a mirar los balcones, ya se lo dije al principio. A nuestro Ayuntamiento le preocupa mucho, muchísimo, que el Carnaval no se convierta en un botellón –a buenas horas, mangas verdes- y que no vengan las hordas de vándalos el sábado a mearnos las calles. La oferta de los autobuses felices –viaje, alcohol y preservativos por veinticinco euros- desde varios puntos de Andalucía, hacía saltar esta semana las alarmas porque una televisión nacional se hizo eco de la noticia. Una noticia que ya tiene más de diez años –en 2015 ya se ofertaba lo mismo, a 15 euros desde Granada- pero que sigue poniendo muy nerviosos a los encargados de la fiesta en Cádiz, tanto que el Grupo Municipal del Partido Popular llevará al Pleno del próximo jueves una propuesta para que la Corporación manifieste «su rotundo rechazo» a la organización de estos viajes felices y soliciten a las empresas que no utilicen el alcohol como reclamo para venir al Carnaval, que es un escándalo que se venda nuestra fiesta de manera tan zafia.
Seguro que, si ofertan a los jóvenes de Granada o de Almería una excursión para escuchar coplas, comer tortillitas de camarones, disfrazarse de pierrot, comprar papelillos y serpentinas y disfrutar de la Gran Cabalgata Magna –no sé si se sigue llamando así- se llenan cientos de autobuses, claro. Y seguro que este año, con el botellódromo incluido en el muelle, la plaza de la Catedral se queda solo para la gente de Cádiz, segurísimo.
A veces, nos empeñamos en lo que no puede ser, como si fuésemos una aldea gala. No hay que escandalizarse, la batalla de coplas la perdimos hace muchos años. Y no pasa nada. Como en febrero.