Opinión
Que no es lo mismo que culturismo
La cultura, dicen, es una importante forma de modelar la sociedad que queremos
Resulta curioso, o al menos a mí me resulta curioso, que exista en el imaginario colectivo una cierta unanimidad sobre la importancia de la cultura en la sociedad. Ya sabe, esas cosas que se dicen de la cultura como herramienta de transformación social, de desarrollo sostenible o de motor de cambio que son, como usted ya sabe, palabras huecas que se rellenan solo y siempre que se acercan las elecciones. La cultura, dicen, es una importante forma de modelar la sociedad que queremos; aunque solo se acuerden de ella como de Santa Bárbara, cuando truena, y el resto del tiempo no sea más que un complemento, un adorno y un lugar común, a veces demasiado pisoteado. Porque si se fija usted bien, la Cultura siempre ha sido la pariente pobre que todos los Gobiernos han sentado en su mesa, más por justificarse que por darle de comer. Y siempre la han escondido detrás de otros intereses, Ministerio de Cultura y Deporte -que digo yo que será por de mens sana in corpore sano, porque otra explicación no le veo-, Ministerio de Cultura y Bienestar -así lo llamó Adolfo Suárez- Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte... solo Rodríguez Zapatero le dio nombre propio, lo que no significa que lo dotase presupuestariamente del todo bien, porque todo se queda en eso, en el imaginario colectivo y la unanimidad esa de la que les hablaba es inversamente proporcional al lugar que ocupa la Cultura en la hoja de ruta -odio estas frases hechas, pero qué bien quedan- de los gobiernos, sean del color que sean.
El caso es que, con la cultura pasa como con los documentales de la 2. Todo el mundo afirma que los ve pero apenas superan el 1,5% de share. Que existen, sí, que nadie les echa cuenta, también; pero viste mucho hablar de ellos en una conversación, y sobre todo, sigue siendo una pose pseudo intelectual muy recurrente. Pues igual pasa con la cultura, y más en este país, donde todo el mundo habla de las maravillosas pinacotecas que tenemos, de nuestro cine, de nuestro teatro, de nuestra literatura, y luego resulta que menos lobos, porque las estadísticas son las que son, y son demoledoras. No es opinión pública ni publicada -estaba loca por usar la frase de Pedro Sánchez-, son datos y a los datos les pasa como la a verdad, que nunca es triste, como decía Serrat, sino que lo que no tiene es remedio.
Por eso cuando la realidad supera a la ficción, cuando esa realidad se empeña en imponerse por encima del deseo, hay que contarlo. La Feria del Libro de Cádiz, que se ha venido desarrollando desde el pasado 30 de junio en el Baluarte de la Candelaria, y que hoy se despide hasta el año que viene, se ha consolidado como una de las citas culturales más importantes de nuestra ciudad.
Y ahí están los datos para avalar lo que digo. Cada día, una fiesta, cada día, una cita con los libros, cada día, un motivo para celebrar que, a pesar de lo que dicen, a la gente de Cádiz no solo le interesan el Carnaval, la Semana Santa y el fútbol. Solo había que darse una vuelta por las casamatas o por el patio del baluarte para entender que, cuando se tocan bien las teclas, la melodía suena, y suena muy bien. La labor de Alejandro Luque, responsable durante los dos últimos años del la Feria del Libro, ha sido clave para que la gente deje atrás aquellos prejuicios, más bien excusas, que la daban por muerta -la lejanía, el endeble programa, el horario-, pero también ha sido clave la apuesta decidida de la ciudad por integrar en sus rutinas, tal vez de manera inconsciente, la cultura como una marca de identidad.
Decía Galeano -perdón por la recurrencia- que mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo. Y en eso estamos, en la gente pequeña, en las cosas pequeñas, y en las ganas de cambio. Iniciativas como las de La Casapuerta, programas como el de la Asociación Amigos de Fernando Quiñones, lugares como el Centro Cultural Artístico-Científico Luis Gonzalo, sensibilidades como la Escuela de Música San Felipe Neri, entusiasmo y buen hacer como el de la Asociación Cultural La Gaviota Teatro de Cádiz, y tanta gente que sabe, porque lo ha probado, que la cultura es lo que la gente crea, lo que la gente cree.
Y porque, realmente, creemos en el poder transformador de la lectura, de la escritura, del arte, de la música, es por lo que desde la municipalidad se debería hacer un esfuerzo por aglutinar todas estas «pequeñas cosas» que están transformando poco a poco nuestra sociedad. Hacer de la Cultura el verdadero motor de la promoción de Cádiz, algo que ya va siendo una realidad con la celebración de festivales o de encuentros y citas culturales y que podría llegar a ser una auténtica oportunidad para la inversión y, en definitiva, para el desarrollo y la economía de nuestra ciudad. Convertirnos en un referente cultural, más allá de los tópicos de siempre, favorecería también la llegada de un turismo de calidad, que no solo busca sol, playa y tortillitas de camarones, y sobre todo, favorecería la creación de una sociedad más libre, más igualitaria, más comprometida y más respetuosa con su patrimonio, con su entorno, con su pasado y con su futuro.
Que la teoría ya nos la sabemos, y sabemos que cultura no es lo mismo que culturismo. Ahora, hay que ponerlo en práctica.