opinión

La Ciudad Invisible

«Qué suerte la de poder salir de la caverna a «la llamada de febrero», qué suerte la de poder acunar a nuestros hijos con el mismo compás»

Yolanda Vallejo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Cuando retumba la caverna se caen todos los mitos. Ya no quedan muros ni sombras, y lo que parecían barrotes, «barrotes de mis penas, mi cadena, mi prisión», se convierten, por unos días, en disfraces de libertad, o eso queremos imaginar, y lo imaginamos bien. ... Porque no hay nada más platónico que esto, creer que lo que creemos es mentira y aun así, seguir creyendo, seguir queriendo y renovando, año tras año, la alianza perpetua que nos une a esta condena de seguir siendo esclavos en una ciudad invisible, en la que nos movemos a tientas, a oscuras, porque hace mucho que perdimos el norte, y el sur, y el este y hasta el lejano oeste, para qué vamos a seguir engañándonos.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación