Hoja Roja
Cádiz, la que no está en los mapas
No hace falta que se lo diga, el AVE en Cádiz, ni está ni ya se le espera, después de tantos años y de tantas promesas electorales
Queequeg, el amigo caníbal de Ismael, el de 'Moby Dick', era de la isla de Rokovoko. Una isla muy pequeña, situada hacia el oeste y el sur que, según Melville, no figura en ningún mapa, porque «los sitios de verdad nunca lo están». Al oeste ... y al sur está Cádiz, que no es una isla pero siempre lo parece y que tampoco aparece nunca en los mapas, ni en los mapas físicos, ni mucho menos en los políticos, de donde hace mucho tiempo que desaparecimos. No estamos, ya lo sabe, en la 'hoja de ruta' de nadie, ni hospital, ni Ciudad de la Justicia, ni tranvía, ni nada de nada, por mucho que nos quieran hacer ver lo blanco negro y que, de cuando en cuando, alguien se acuerde de que hacia el oeste y el sur, existe un sitio 'de verdad' aunque no aparezca en los mapas.
Me acordaba de Rokovoko esta semana porque el Ministerio de Transportes ha elaborado, con motivo de la apertura de al línea AVE que une Madrid con Asturias, un mapa de la Alta Velocidad en España donde aparece nuestra ciudad, unida a Sevilla, por arte del birlibirloque de la edición porque, no hace falta que se lo diga, el AVE en Cádiz, ni está ni ya se le espera, después de tantos años y de tantas promesas electorales. Lo realmente sorprendente sería que llegaran trenes de Alta Velocidad a nuestra ciudad, teniendo que parar en Jerez, El Puerto, San Fernando y Cádiz, lo que implica cuatro paradas en menos de cincuenta kilómetros, cuatro estaciones para una sola provincia algo que no hay quien entienda, por otra parte, porque ni la población ni la distancia son suficientes como para tener estas consideraciones. En definitiva, que el AVE no es los Comes ni el coche de la barriada, es lo que quiero decir, y lo que parece que aun no nos hemos enterado del todo, porque el concepto de mancomunidad o de área metropolitana nos sirve para tener un cementerio, pero para poco más.
El caso es que, por una vez, y aunque sea de mentira, hemos salido en el mapa de la Alta Velocidad en España, y yo me he rendido a sus pies, porque ya sabe usted cuánto me gustan las maquetas, los proyectos y los despropósitos. Porque no solo de pan vive el hombre, que dicen las Escrituras, sino que de algo más nos tendremos que alimentar. Así que no conviene perder de vista lo que le decía al principio de los mapas y las rutas, entre otras cosas porque no es el mismo perro con distinto collar, sino que siempre es el mismo collar, y son los perros los que van cambiando.
Así, por hacer un poco de memoria, histórica, podríamos decir, el proyecto del Hospital Regional ya ha cumplido la mayoría de edad -diecinueve años, para ser exactos- pasando de cajón en cajón, de gobierno en gobierno, con su terreno, su diseño y todos sus avíos, sin que se haya encontrado todavía la 'fórmula positiva', que decía el alcalde en el Pleno ordinario del pasado jueves, para que la Zona Franca, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía se pongan de acuerdo en la construcción de un hospital que pueda jubilar, por fin, al Puerta del Mar que, achacoso y envejecido sigue viendo pasar el tiempo. Están trabajando, dicen, pero por el momento, no hay nada cerrado.
Diecinueve primaveras -sin contar los años desde que se proyectó- acumula también la millonaria inversión del vestíbulo de la estación que formaba parte del ambicioso proyecto de la plaza de Sevilla. Ni mercado gastronómico, ni centro comercial, ni hotel, ni gallinas, ni ternero, que diría La Lechera de la fábula. Nada. Mucha modificación a los proyectos y poca cosa más. Y del entorno de la plaza de Sevilla, qué quiere que le diga; la avenida de Astilleros sin terminar, el parque de la Cuesta de las Calesas sin empezar y el aparcamiento infame de la estación lleno de agujeros y de baches, sin que nadie le ponga remedio.
Un poco menos, casi quince años, hace del derribo del pabellón Fernando Portillo, y desde entonces no ha habido manera de meterle mano. Está la promesa, eso sí, de licitar las obras en el año que comienza, y que en 2025 se inicie la construcción de un edificio de dos plantas y dos sótanos que albergarán el pabellón polideportivo, locales comerciales y un aparcamiento de dos plantas; apúntelo porque seguro que la realidad supera a la ficción, o a la ilusión con la que se ha presentado la firma del proyecto. Ya veremos en lo que queda, porque hay cosas que parecen no tener remedio.
Tampoco parecen tener remedio los depósitos de Tabacalera que, según las previsiones, tendrían que estar ya a pleno rendimiento porque la obra parecía que iba a estar financiada con los fondos Edusi y los Next Generation. Qué le vamos a hacer, tendremos que conformarnos con el vídeo promocional que, en 2020, nos mostraba lo que hoy podríamos llamar «lo que pudo haber sido y no fue». Algún día alguien debería ocuparse de hacer un repositorio de estos vídeos imposibles porque se perderán como lágrimas en la lluvia y será una pena; no sé si recuerda el del cinturón universitario. De los mejores.
Porque si hay un proyecto recurrente en nuestra ciudad es del Valcárcel. Veintidos años lleva cerrado uno de los mejores edificios de nuestra ciudad, sin que nadie haya sido capaz de 'recuperarlo', ni los ocupas, ni los hoteles, ni la Universidad que es, a día de hoy, la que supuestamente tiene que poner orden en este lío, con el sustento económico de la Junta de Andalucía, pues como ya ha dicho el nuevo Rector, «Ojalá Valcárcel pueda ser universitario, pero no a costa de la UCA».
Así que blanco y en botella. No hace falta decir más, seguiremos siendo Rokovoko, la que no está en los mapas.