ojo de halcón
Juanma, señorito terrorista ¡155 ya!
Hace falta cuajo para tener a Otegi de socio preferente y llamar terrorista al presidente andaluz

Al Gobierno parece no bastarle con cuestionar la solución de la Junta para los regadíos al norte de Doñana y advertir que lo llevará al Tribunal Constitucional, con la certeza además de que ganará sí o sí, con la fuerza jurídica avalada por Europa, o ... con un trabajito a medida de Cándido Pumpido. Win-win. Así que con Doñana, como con Ferrovial, Moncloa ha sacado el matonismo amenazante. Con Doñana, de hecho, mucho más que con Ferrovial. Una vicepresidenta del Gobierno ha descalificado al presidente andaluz de «señorito» –se confirma que sólo es un tópico según tu carnet– y hasta lo ha comparado con un «acosador», literalmente. «Doñana no se toca» clama el presidente Sánchez, al que le cuesta tanto decir la verdad, porque el Gobierno ya ha tocado mucho Doñana y no sólo la residencia donde él veranea. Sánchez, recurriendo al otro tópico del cortijo, sobre no tocar Doñana añadía «y mucho menos la derecha», como si la izquierda tuviese algún derecho extra pero la derecha fuese una especie invasora. Y todavía Gómez de Celis, vicepresidente del Congreso, acusa a la Junta de terrorismo en este pulso ambiental. Hace falta cuajo para tener a Otegi de socio preferente, para reírle los discursos a Mertxe Aizpurua, y llamar terrorista al presidente andaluz. Sólo le ha faltado firmar Gómez de Txelis. En todo caso, se hace muy evidente que el PSOE, que sigue sin encajar el cambio andaluz y su derrota mayúscula de 2022, va a por todas en un debate con mucho que ganar. Han olido la sangre y no van a tener escrúpulos.
No es TV3, es el PSOE
La vicepresidenta del Gobierno además de referirse al presidente andaluz como «señorito» y «acosador», se refería a Andalucía como «pequeña esquinita». No hay que llamar a Freud para que califique el lapsus linguae, uno de esos actos fallidos que hace aflorar involuntariamente el pensamiento real. El desprecio a Andalucía emerge con facilidad; y se diría que habló de 'pequeña esquinita' por no decir 'pequeña esquinita de mierda'. Esta vez no se trata de una bufonada de TV3, con la dosis habitual de supremacismo, sino el PSOE, donde nadie ha considerado conveniente rectificar nada. Ni Marisú, la Reina del Acento Ofendido, ni nadie. En fin, va de suyo que tampoco a Murcia o a La Rioja o a Cantabria se les debería de calificar de 'pequeña esquinita' o de 'esquinita' sin más, pero lo de Andalucía es especialmente ridículo por su dimensión. Eso sí, sólo se les ocurre decirlo sobre Andalucía, y no ya por un gesto exhibicionista de chulería, sino porque aflora un desprecio profundo muy real. Son lapsus que van más allá del desliz.
Doñanicida: ¡155!
El presidente andaluz, después de esas andanadas bajunas, en la sesión de control sacó colmillo y acabó proclamando «no va a venir nadie desde un ático de la Castellana a decirnos lo que tenemos que hacer». Hombre, hombre... Ante los errores del rival, hay que mantener la calma. Si el rival quiere embarrar el debate, para rebajar a quien está encaramado a la mayoría absoluta, nunca hay que ponerse a su altura. Error doble. Por hacerlo, y por el argumento. ¡Pues claro que desde un ático de la Castellana se dictan políticas para todo el Estado! Juanma Moreno está cayendo en la tentación de pujolear, pero envolverse en la bandera de Andalucía no va a darle más razón, e incluso acabará por delatar lo contrario. Ya podría haber ironizado con la broma infinita del 155, que el Gobierno ha dejado circular durante un par de días antes de salir obviamente a negarlo, porque la Junta tiene algo a favor: se le está dispensando a Andalucía y sus instituciones un trato que nunca se le daría a otras comunidades como Cataluña y País Vasco. En todo caso, ésta es una batalla peligrosa para el Gobierno andaluz, quizá con réditos electorales a cortísimo plazo, pero con mala perspectiva. Bruselas no va a atender a matices con Doñana, y Moreno corre alto riesgo de acabar con la etiqueta de 'doñanicida'. Viendo lo de estos días, con un PSOE que ha visto clara la oportunidad, ya puede hacerse una idea de la campaña que va a sufrir con el estigma de Tribunal Constitucional+Bruselas. Los errores se pagan; y algunos muy caro.
Doñana sí se toca
El problema real se enuncia con sencillez: humedal seco, regadíos sin agua. Se dice rápido, pero la solución es muy difícil. Y ahí está el quid: el humedal es la prioridad, pero a la vez miles de familias dependen de dar con una salida, y hay realidades que no se pueden obviar desde un ático de la Castellana o desde Bruselas. ¿Entonces? De entrada, ante un problema tan endemoniado con tantos efectos colaterales, urge la lealtad institucional abandonando las trincheras. Miguel Delibes tiene razón en hacer reproches a ambas partes y recordar que es un problema de años. El Gobierno miente doblemente al decir 'Doñana no se toca', primero, porque no hacer nada no es una solución, sobre todo cuando ellos han incumplido casi todos sus compromisos allí; y segundo, porque hasta hace dos telediarios ellos mismos han autorizado pozos. Las dos partes deberían dar un paso atrás. ¿No merece Doñana, y por supuesto la esquinita de Andalucía, una mesa de diálogo como la que se despelotan en el PSOE por tener en Cataluña declarando que es un triunfo de la democracia? Acabáramos.
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