TRIBUNA ABIERTA
La verdad sobre la visita del Rey a la Argentina de Videla
Noviembre, 1978: los Reyes Juan Carlos I y Sofía finalizarían su gira por América en la República Argentina, sometida entonces a una de las más duras y crueles dictaduras
Era octubre de 1978 y España despertaba a la democracia después de 40 años de dictadura. Nuestro país se proyectaba al mundo con uno de los ejercicios políticos más interesantes jamás experimentado: los dos bandos de la guerra civil se daban la mano dentro de ... un marco en forma de ley de leyes: la Constitución Española. En noviembre, los Reyes Juan Carlos I y Sofía finalizarían su gira por América en la República Argentina, sometida entonces a una de las más duras y crueles dictaduras.
Por aquel entonces yo trabajaba en los informativos de TVE con Miguel de la Quadra-Salcedo y nos encargaron viajar a Argentina unos días antes de la llegada de los Reyes. Lo hicimos con el embajador plenipotenciario nombrado por el Rey, además de con el presidente de Iberia y de IATA (Asociación internacional de aviación civil), Manuel del Prado y Colón de Carvajal.
El objetivo de nuestro viaje era conseguir una entrevista con el presidente de la República Argentina, el general Jorge Rafael Videla, y lograr que en esa entrevista condonara las penas de cárcel y muerte a los españoles que se encontraban allí como «detenidos políticos», con todo lo que eso significaba. En paralelo, Manuel Prado y el embajador debían conseguir que durante su visita el Rey Juan Carlos no vistiera ningún uniforme militar, ya que se trataba de una visita al pueblo argentino, no un abrazo a la dictadura militar.
Después de dos días de espera, conseguimos la entrevista, que fue en la Casa Rosada. Hasta allí nos llevaron en vehículos oficiales de Presidencia de la República. Una vez en el despacho oficial, que era muy triste y oscuro, Miguel y yo preparamos el equipo para la entrevista a Videla.
Cuando le dijimos a un oficial muy serio que ya estábamos preparados, desapareció con el mismo sigilo con el que había llegado. Pasados unos tensos instantes de silencio, escuchamos unos pasos y allí apareció el presidente rodeado por militares y guardaespaldas civiles.
Videla se sentó frente a Miguel y me dispuse a medir la luz de su cara con mi fotómetro, cuando me lo quitó y se lo llevó a la boca. «Uno, dos... ¡Uno, dos!», dijo Videla. Pensé que era una broma, pero no: confundió el medidor de luz con un microfóno y estaba haciendo su particular prueba de sonido.
Salvado el momento cómico, le adapté el micrófono a la solapa y empecé a filmar la entrevista. Después de un rollo entero de película que duraba diez minutos, Videla no nos había dado el titular para el que habíamos viajado hasta allí. No me corté en absoluto y les dije a todos que se había roto la película y que debíamos repetir la entrevista. Miguel entendió perfectamente mi maniobra y, antes de comenzar de nuevo, le recordó a Videla la posibilidad de una medida de gracia con los españoles detenidos, en señal de cortesía de Estado para con los Reyes por su visita. Dicho y hecho. Nada más retomar la entrevista, pronunció las palabras deseadas.
Aquellos españoles fueron expulsados esa misma noche de Argentina y Juan Carlos I no vistió uniforme militar alguno en la visita.
Cuando llegaron los deportados a Madrid, nadie les esperaba.
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