Alberto García Reyes - LA ALBERCA

Versos de Bódalo

Hernández le habló a Juan Ramón de su incultura. Ojalá quienes lo usan fueran incultos

ALBERTO GARCÍA REYES

Los que llaman asesino a Pemán y poeta a Martínez Ares podrían epatarse con la carta que Miguel Hernández le mandó a Juan Ramón Jiménez en noviembre de 1931 para pedirle que le ayudara a publicar sus versos. «No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que arde en la suya», le decía el pastor poeta al intelectual moguereño. En esa misiva, el autor de «Viento del pueblo», escritor de soledades y penurias, le hacía una confesión escarnecida a su compañero que me emociona profundamente cada vez que la leo: «Mire: odio la pobreza en que he nacido, yo no sé... por muchas cosas... Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso. Si son molestas mis confesiones, perdóneme, y... ya no sé cómo empezar de nuevo. Le decía antes que escribo poesías... Tengo un millar de versos compuestos, sin publicar». El hombre que había escrito versos tan excelsos como aquel de «atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas» o «coronad a la escoba de laurel, mirto, rosa» se excusó ante Juan Ramón por su pobreza académica, sobrehabitado de una humildad que le permitió firmar algunos de los poemas más palpitantes de la literatura española. Hernández fue un poeta de clase. De mucha clase. Un creador que denunció la desigualdad social con una extraordinaria desigualdad artística. Y si por algo caló su mensaje fue por eso. Porque no fue emitido con formas vulgares, sino con una belleza total. Y con la humildad de considerarse siempre en «estado inculto» odiando sin silogismos la probreza en que nació.

La comparación de la filóloga Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía, de Miguel Hernández con el violento jornalero de su partido Andrés Bódalo es, por tanto, una aberración desquiciada que revela el escaso nivel intelectual de todos estos revolucionarios que anuncian la regeneración. Esta gente todavía no ha logrado discernir el delito de la ideología, hasta el punto en que excusan a un agresor porque piensa como ellos mientras zahieren al más pacífico que piense lo contrario. El tal Bódalo ha sido condenado por pegar a un concejal del PSOE de Jódar y ha ido a la cárcel porque es su cuarta pena por idénticos motivos. Lo que tiene que entender Teresa Rodríguez cuanto antes si quiere participar en el juego democrático es que agredir a otro es un delito si lo comete un comunista, un socialdemócrata, un liberal o un facha. No son las ideas las que agravan o atenúan un hecho. Sólo los zoquetes pueden confundir términos tan claramente diferenciados. Y sólo un perverso con estrechez mental de estos que reducen el universo a su ideología puede atreverse a comparar a un delincuente que escribe con faltas de ortografía a manojos —ahí están sus comentarios en las redes sociales— y no es capaz de cuadrar ni un solo verso con un símbolo de nuestras letras que nunca reivindicó nada a mamporros: «Para la libertad siento más corazones / que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, / y entro en los hospitales, y entro en los algodones / como en las azucenas». La libertad nunca golpea.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación