Juan José Borrero - NO NI NÁ
Tres noticias y una falsa
LA portavoz parlamentaria de Podemos, Teresa Rodríguez, no ha pedido siquiera perdón. Ha criticado a este periódico por algo tan plausible como indagar en el portal de transparencia de su formación política. Así demuestra para qué los del círculo morado apelan tanto a su transparencia frente a la oscuridad de «la casta», simplemente como reclamo de incautos. Cuando se les aplica la transparencia aparecen las sombras de su doble moral.
Gracias a las documentadas informaciones de Antonio Marroco hemos conocido esta pasada semana que Teresa Rodríguez no ha cumplido durante meses el mandato de su partido sobre los sueldos de sus políticos, esos que marca el círculo morado para ser decentes. Con la última nómina de marzo, Rodríguez se embolsó más de seis mil euros por cinco días en activo en el Parlamento europeo. Habrá que investigar por qué la Eurocámara es tan rumbosa, pero eso será otro día. La cuestión es que Rodríguez dice que desde marzo hasta precisamente ahora no le han planteado la fórmula de devolver el dinero que considera —con razón— que no se merece. Yo la creo tanto como espero que haga público en breve el recibo que demuestre que lo ha hecho.
Peor es la roncha que Rodríguez dejó en el Parlamento europeo el mismo día de presentar su renuncia. Facturas de aparatos para montar toda una oficina de comunicación. Y todo en puertas de la campaña electoral andaluza a la que desde ese momento se dedicaría Rodríguez tras su paso por Bruselas como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía. Aprovechando la liquidación, Teresa Rodríguez añadió dos facturas que demuestran el alma de carpanta y la cara de cemento que gastan los que van de referente moral de la política. Pasaron la factura de una fiesta y una multa de tráfico de un amigo del círculo que les ayudó a hacer una mudanza. Pasar una factura de 40 euros de tortilla de patatas de tu fiesta de colegas para que la paguen a escote los europeos es cutre y demuestra hasta qué punto Podemos quiere utilizar a las instituciones. Pasar la multa de tráfico es una indecencia para con todos los administrados; justificarlo es una irresponsabilidad y no disculparse un motivo para dudar de la credibilidad de una parlamentaria del círculo de los (que se ponen) morados, cuya integridad no ha resistido tres noticias.