Manuel Contreras - PUNTADAS SIN HILO

Teoría del atún

Al PP no le funcionó el discurso de la recuperación económica, pero sí el del miedo a Podemos

MANUEL CONTRERAS

LLEVO cuatro días de vacaciones y ya entiendo perfectamente el resultado de las elecciones generales. No me han hecho falta sondeos del CIS, ni esos gurús yankis que ha contratado a precio de oro Jorge Moragas para que hagan su trabajo, ni muchos menos las encuestas a pie de urna que han quedado como Cagancho en Almagro tras la cita del 26-J. Me ha bastado llegar a la playa gaditana donde intentaré desconectar durante dos semanas y mirar alrededor: el viento ha cambiado. Y no me refiero al Levante.

Nada más llegar, la misma playa que los últimos años era un oasis de paz y tranquilidad durante la primera quincena de julio presentaba una actividad frenética. Tráfico denso, gente pululando arriba y abajo y terrazas a rebosar. Entrar en el supermercado suponía trasladarse a Venezuela, ya que una muchedumbre se abalanzaba sobre unas estanterías semivacías no por desabastecimiento, como ocurre en el paraíso caribeño de los podemitas, sino por el incremento súbito del consumo. El arranque de las vacaciones merecía un homenaje atunero de primer orden, así que reservamos mesa en un restaurante costero de postín, de los de cincuenta euros para arriba el cubierto. La logística doméstica se complicó a última hora, así que llamé para advertir de que probablemente llegaríamos media hora más tarde de lo acordado.

—Lo siento señor, si llega media hora más tarde no les garantizamos mesa. Hay muchos clientes esperando. Tendrían que esperar disponibilidad.

—¿Y habría que esperar mucho?

—Sí señor. Hay muchas personas en lista de espera. Tendría que ponerle a la cola.

No hay que ser sociólogo: basta mirar la costa para percibir que la situación ha cambiado. Los españoles veranean más y con más alegría. No se ve la euforia de otra época, pero sí al menos un apreciable desahogo. Nadie se atreve a proclamar que van bien las cosas, pero se ha recuperado cierta confianza y reactivado el consumo. Lo suficiente para que la gente haya cambiado el cabreo por la prudencia, y eso significa que al voto de la rabia le ha sustituido el de la racionalidad. Es decir, que Pablo Iglesias ya no parece tan atractivo ni Rajoy tan antipático.

Al PP no le funcionó en diciembre el discurso de la recuperación económica, pero la retórica del miedo a Podemos sí ha calado de forma notable en una clase media que empieza a recomponerse tras ocho años de zozobra. El centro ideológico, ése que decide las elecciones, se resistió en diciembre a conceder a Rajoy el mérito de frenar la crisis, pero cuando ha visto amenazada la recuperación ha buscado el amparo del PP. El cabreo que justificaba la irrupción de Podemos ha ido apagándose y los populares han capitalizado el voto sereno frente a las ambigüedades del PSOE y Ciudadanos. A veces a los partidos les sobra ingeniería política y les falta sentir más la calle. Porque al final las elecciones las deciden cosas prosaicas, como saber que este verano tienes vacaciones y vas a poder jamarte un buen atún.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación