Javier Rubio - CARDO MÁXIMO
Símbolos
Condensan la historia en una apretado resumen inconográfico depurado por el devenir de los siglos
Si uno tuviera que escoger ahora mismo un escudo para la ciudad de Sevilla, elegiría sin lugar a dudas un fondo azul como el que se ha pintado en el cielo en cuanto el viento ha barrido las nubes y el anticiclón anticipa la primavera. Sin más armas ni más cuarteles, sólo azul esmaltado como un reflejo imperfecto y pálido de la bóveda refulgente. Pero resulta que la historia, querámoslo o no, nunca empieza con nosotros sino que nos precede y nos sucede. Algunos canallas del patriotismo se envuelven en la bandera, pero en realidad lo que nos envuelve es la historia, rodeándonos en casi todo, unas veces asfixiándonos y otras dándonos aire.
Por eso no somos nadie para cambiarla ni mucho menos, adulterarla como pretende —presumiblemente sin ningún éxito— el grupo de Izquierda Unida para cambiar el blasón de la ciudad. El adanismo en que vivaquea la política española desde que la muchachada se sentó en la escalinata de las Setas de la Encarnación el 15 de mayo tiene estas cosas. Se levanta uno temprano por la mañana, hincha el pecho con el primer aire cálido de primavera que entra por la ventana, y suelta una andanada contra el escudo de la ciudad porque atenta contra la memoria guerracivilista que parece ser el único tamiz por el que han de pasar las cuestiones políticas en este país en los últimos tiempos. Además de la alusión a símbolos religiosos, que la ofensiva laicista de los paleocomunistas (en afortunada expresión del amigo Carlos del Barco) querría ver desterrados como en la Albania de Enver Hoxha para mejor edificación del hombre nuevo. Ni siquiera en la Segunda República, tan ensoñada por estos que se dicen sus herederos directos, llegaron a tanto dislate: se sustituyó la corona real por almenas y castillos, pero se mantuvo la representación de los santos Fernando, Isidoro y Leandro.
Me permito llamar la atención del portavoz de Izquierda Unida que ha propuesto la reforma por entero del escudo sobre el carácter discriminatorio atentatorio contra la igualdad de género (sic) que se advierte en la heráldica de la ciudad. Comprendo que el grupo de Izquierda Unida no se atreva a pedir la paridad en la representación humana puesto que son tres los personajes presentes y en tal caso uno de los dos sexos de la naturaleza saldría sobrerrepresentado frente al otro. No sé cómo se les ha pasado este aspecto fundamental cuando además ayer era un día tan señalado como el de la Mujer Trabajadora. A ver, ¿por qué no aparece una fémina en el escudo?
Los símbolos están ahí por algo, principalmente porque condensan la historia en un apretado resumen iconográfico depurado por el devenir de los siglos. Por eso mismo son símbolos. Porque tienen un carácter inmutable que se mantiene a lo largo de los siglos con mínimas variaciones para que su mensaje pueda perdurar a través de la mirada de todas las generaciones que los contemplen. Eso, o mi escudo azul inmaculado (con perdón de los laicistas).