Juan José Borrero - NO NI NÁ
Los silencios del PSOE
LA alcaldesa de Córdoba ya no es dueña de sus silencios. Los tiene alquilados al pacto que le permite ser alcaldesa sin ganar las elecciones. Cuando su Corporación recordaba a las puertas del Ayuntamiento con un minuto de silencio a las víctimas de los atentados de París, una edil de Ganemos Podemos, voz en grito, pidió otro minuto más por las víctimas de los bombardeos selectivos de objetivos del Estado Islámico que viene realizando el ejército francés en Siria. Por las bombas que tiran los fanfarrones, le faltó cantar. La oposición se fue de inmediato consciente del juego oportunista de la izquierda radical. La alcaldesa y los ediles del cogobierno de PSOE e IU se quedaron. Isabel Ambrosio calló y al día siguiente, cuando las críticas le asaltaron la mañana, pidió al pajarito de twitter, convertido en nívea paloma pacifista, explicar que la violencia engendra violencia y que no admite lecciones de democracia. Pero es evidente que había otros motivos políticos para quedarse al doble minuto equidistante. Ese doble minuto de silencio ha obligado a otros silencios más elocuentes en el PSOE andaluz.
¿Qué pensará un socialista como Hollande de ese silencio acusador en tan luctuosa jornada? Igual Pedro Sánchez le convence, como intenta hacer con la humanidad sobre el problema catalán, de que su partido tiene fórmulas para contentar a todas las sensibilidades, aunque sea mostrando tan poca sensibilidad.
La cuestión es que en muchos aspectos el PSOE resulta ya imprevisible. Promete lealtad al Gobierno en esta crisis mundial mientras rediseña las pegatinas del «NO a la Guerra» y pacta con quienes abominan de la Constitución. Sus acuerdos con la izquierda radical en las municipales le han obligado a un equilibrio inestable de apertura de piernas, una en el centro otra en la izquierda, que le hace sufrir cuando estos extremos se separan, con el riesgo de caer en el abismo de sus incongruencias. Los ajustados márgenes electorales le recomiendan convivir con ese cóctel ideológico de diseño de Pablo Iglesias antes de marcar su territorio en esa izquierda sosegada, intelectual y pragmática con claro sentido del deber institucional que identificaban las siglas del partido socialista obrero y español. Por eso tras el doble silencio de Isabel Ambrosio, un claro ejemplo del socialismo más escorado a la izquierda, hay tanto silencio de otras voces del PSOE andaluz que saben que esos equilibrios terminan por convertirse en un espectáculo circense.