Manuel Contreras - PUNTADAS SIN HILO

La pesca del cangrejo rojo

La cuestión es que la decisión que tome Sánchez no girará sobre el interés de España, sino sobre su propia supervivencia política

MANUEL CONTRERAS

ANDAN entusiasmados por la marisma porque las autoridades han autorizado de nuevo la pesca del cangrejo rojo, el crustáceo del que vive toda la comarca. La semana pasada los pescadores se echaron al agua con sus nasas y aparejos para capturar el preciado botín que se cuece en las fábricas de la zona y se exporta a Francia, Suecia o Estados Unidos. Pero no hay caso, porque el verdadero cangrejo rojo anda suelto y no parece que ninguna red vaya a pescarle por el momento. El gran cangrejo rojo del verano es Pedro Sánchez.

Cangrejo porque sólo camina para atrás, y arrastra a su manada en este retroceso motriz.

Rojo porque su protección consiste en un caparazón duro, muy duro y anormalmente rojo, más rojo que el de otros cangrejos similares.

El cangrejo rojo tiene una trayectoria errática, camina deprisa pero sin un trazado preconcebido. Se comunica tamborileando sus garras o batiendo sus tenazas, una actitud en apariencia belicosa pero que no responde a esta realidad. El cangrejo, sin embargo, tiende a ser agresivo hacia los otros cangrejos, sumiéndose con frecuencia en encarnizadas luchas de las que sólo sale un ganador.

Las analogías con la realidad política son tan precisas que se podría pensar que en sus dilatadas vacaciones Pedro Sánchez se ha transformado en cangrejo rojo, como un Gregorio Samsa de sonrisa profidén. La cuestión no sería alarmante si no fuera porque su metamorfosis deja a su partido descolocado y condena a España a una parálisis desesperante. El empecinamiento de Sánchez en impedir la gobernabilidad del país tiene alarmada a media Europa, pero el líder socialista sigue batiendo sus tenazas al aire sin que se sepa muy bien por dónde quiere atacar. Lo peor del cerrilismo de nuestro cangrejo rojo es que no parece responder a una estrategia, sino al hecho de que simplemente no sabe qué hacer. No quiere quedar como el socialista que permitió gobernar a Rajoy, ni como el socialista que provocó unas terceras elecciones, ni como el socialista que pactó con la izquierda radical. Corre de un lado a otro como los cangrejos por la playa, buscando un cobijo donde ocultarse. Lo ha logrado durante el verano, pero ahora ha llegado el momento de definir cuál es su hoja de ruta para este país.

La cuestión es que la decisión que tome Sánchez no girará sobre el interés de España, sino sobre su propia supervivencia política. No hará lo que le convenga a la nación, ni siquiera lo que le convenga a su partido, sino lo que le garantice un posicionamiento más provechoso de cara al congreso federal del partido. Aquella es su verdadera batalla. Sabe que allí, como en la marisma, se ha levantado la veda de la pesca del cangrejo rojo. Y allí no se pesca con nasas como en Isla Mayor, sino a estacazo limpio.

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