Manuel Contreras - PUNTADAS SIN HILO

Pedro Sánchez canta de plano

«Sí, soy de Podemos, ¿y qué? Me cago en todos vosotros», vino a ser, en román paladino, el mensaje de Sánchez en La Sexta

MANUEL CONTRERAS

Quiere aparentar que se ha echado al monte, pero en realidad se ha quemado a lo bonzo, como esos mártires que utilizan su sacrificio público como argumento definitivo. La entrevista de Pedro Sánchez en La Sexta fue una confesión póstuma, la carta que deja el asesino antes de desaparecer cuando, acorralado y con todo perdido, confiesa al fin que era el malo. El infiltrado de los enemigos, el agente doble de la película. «Si, teníais razón, soy de Podemos, ¿y qué? Me cago en todos vosotros», vino a ser, en román paladino, el mensaje que transmitió el exsecretario general del PSOE ante media España.

Sánchez se desveló como vampiro cuando le acercaron la cruz de la abstención: gritó como un endemoniado, apareció una nube de humo y se le vió salir volando por una ventana del Congreso. Se despidió en una rueda de prensa sin preguntas, valga el oxímoron, y acudió raudo al regazo protector de la televisión podemita, que le acogió con dulzura y comprensión. Allí surgió la idea de una entrevista que en realidad era una gamberrada, la pataleta del que ha perdido un pulso. Lo de Sánchez con Évole no fueron declaraciones, sino una pintada furtiva en la pared de la sede del PSOE: «los que viven aquí son unos cabrones», o algo así, ya saben. Vendió su futuro político al diablo —es decir, a Pablo Iglesias— con tal de darse el gusto de defecar ante la puerta de Ferraz. No le importó arremeter contra sus compañeros y el criterio aprobado en el comité federal pese a tratarse de un momento extraordinariamente delicado para el partido. No le importó alinearse con el radicalismo independentista apenas 24 horas después de que un rufián vejara desde la tribuna del congreso a las víctimas del terrorismo ante un Eduardo Madina, compañero suyo, que tuvo que comerse su rabia y su impotencia. Y no le importó porque, como siempre, Pedro el Hermoso no pensó en España ni en el PSOE, sino exclusivamente en él mismo.

En la actual coyuntura política, el Congreso de los Diputados no se divide entre derecha e izquierda, como suele ser habitual en las democracias; el debate ideológico ha pasado a ser secundario. La verdadera división parlamentaria hoy en día es entre prosistema y antisistemas. Defensores de reparar las goteras del edificio que ha permitido el desarrollo del país y partidarios de dinamitarlo para construir otro. Con su arenga en la televisión de Pablo Iglesias el exsecretario general del PSOE ha cruzado públicamente la linde que separa a un bando y otro. Y lo ha hecho pegando un sonoro portazo. No sé si Pedro Sánchez tiene futuro político, quiero pensar que no, pero en cualquier caso es evidente que su proyecto no es el PSOE, sino una alianza con la extrema izquierda que pasaría necesariamente por entregar su partido a Podemos. Un plan irresponsable y demencial que no encaja en la lógica de la política, pero sí en la ira de la venganza.

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