Álvaro Ybarra
El fútbol se impuso al desafío secesionista
El Sevilla FC le plantó cara a un equipazo, el todopoderoso Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez, que le quintuplica en presupuesto
La política de cesión permanente ante los desafíos nacionalistas ha convertido a España en la única nación del mundo donde se puede insultar al jefe del Estado y despreciar los símbolos nacionales con impunidad absoluta. Los independentistas catalanes trataron de convertir ayer la final de la Copa del Rey en un acto de exaltación secesionista. Desplegaron sus esteladas, muchas menos de las previstas, y abuchearon al himno y al Rey, según el guión esperado, aunque los vítores a España de los sevillistas neutralizaron en buena parte la pitada. No es la primera vez que lo hacen y supongo que, si nadie les para los pies, no será la última. Pero ahí acabó todo. La grandeza del fútbol se impuso a los que querían politizar la final. Echó a rodar el balón y, catapultado por una afición de diez, el Sevilla FC le plantó cara a un equipazo, el todopoderoso Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez, que le quintuplica en presupuesto.
El Sevilla de la década prodigiosa se olvidó del cansancio de Basilea, de las bajas y de la superioridad del plantel que tenía enfrente y disputó un encuentro muy igualado que incluso pudo ganar cuando tuvo superioridad numérica. No pudo ser. Una genialidad de Messi decantó el partido. El resultado no le resta un ápice de mérito al cuadro hispalense, que se ha convertido en un referente deportivo en Europa por su modélica gestión.
Lo que acabó siendo una fiesta deportiva, amenizada sobre todo por la increíble afición del Sevilla, estuvo a punto de torcerse por la irresponsabilidad de los políticos catalanes que ayer celebraban el triunfo del Barcelona en el palco. Los mismos que se rasgaron las vestiduras hace unos días por el atentado que suponía para la libertad de expresión la prohibición de las esteladas son los que no permiten que las banderas constitucionales de España se exhiban en el Camp Nou. Son los mismos dirigentes que retiraron el cartel de Morante de Barcelona, los que multan a los comercios catalanes por rotular en español o impiden que en la capital de Cataluña se instalen pantallas para que los aficionados vean a la selección en la Eurocopa de Francia. Estos señores que ayer sonreían ufanos se han convertido durante una semana en paladines de la libertad de expresión en uno de los mayores alardes de cinismo de nuestra historia reciente. Ganó el fútbol, pero a qué precio.
@aybarrapacheco