Manuel Contreras - PUNTADAS SIN HILO

Estadísticas

Los andaluces trabajamos del 1 de enero al 29 de junio solopara pagar impuestos. Seis meses sin catar un duro de la nómina

MANUEL CONTRERAS

RECUERDO que de pequeño me impresionó vivamente el dato de que una persona pasa por término medio 23 años de su vida dormido. Estaba todavía en aquella etapa de la vida en la que cada semana es una sorpresa y los años pasan cadenciosamente, así que la perspectiva de permanecer un tercio de la vida dormido se me antojó como una estafa digna de quedar recogida en un libro de reclamaciones celestial. Con la madurez la angustia se me fue pasando y hasta me empezaron a parecer escasas las horas de sueño, pero aquella congoja infantil me dejó una cierta afición por este tipo de estadística vital.

La cuantificación de las actividades cotidianas arroja siempre cifras grotescas. Pasamos 16 años caminando, entre seis y siete años comiendo, y 9,1 años viendo la televisión, de los que dos años enteros estamos viendo publicidad. Estamos 500 días guardando cola, 177 días —ellos— y 531 días —ellas— vistiéndonos. El 90 por ciento de nuestra vida lo pasamos en el interior de algún lugar, y el 70 por ciento enfrente de alguna pantalla. Empleamos 108 días en peinarnos, así que yo en mi vida tendré disponibles 108 días más que la mayoría de ustedes. Lloramos durante un total de 50 días, y reimos a carcajadas unas 290.000 veces. Orinamos durante 106 días, estamos 53 días defecando y aliviamos 402.000 ventosidades. Nos cepillamos los dientes durante 92 días, nos afeitamos durante 140 días y estamos bajo la ducha entre 117 días y dos años, en función de la afición al jabón. Respecto a hacer el amor, los estudios son poco concluyentes: uno francés establece la media en 110 días de actividad sexual, mientras que otro norteamericano reduce la cifra a 43 días, saquen sus propias conclusiones. La media vital del fornicio hispano es un secreto de Estado, o al menos no consta en las estadísticas consultadas.

Ninguno de estos datos, sin embargo, evoca aquella sensación de fraude que provocó el descubrir que perdemos 23 años de nuestra vida en dormir a pierna suelta. Excepto una estadística que saltó ayer a los medios de comunicación: los andaluces trabajamos seis meses al año, del 1 de enero al 29 de junio, solo para pagar impuestos. Seis meses doblando el espinazo laboral sin catar ni un solo euro de la nómina. Uno se considera buen contribuyente y asume la necesidad de financiar los servicios públicos, pero cuando se cuantifica de forma tan rotunda la aportación a la administración es imposible no recordar todos esos millones de euros que se han ido por el sumidero de los EREs, las ayudas para formación y demás coladeros corruptos. Aquella morterada que aún no sabemos dónde está no era «dinero de nadie», como definió Carmen Calvo al erario público; esos euros provenían de las seis nóminas que cada andaluz que tiene la suerte de trabajar aporta al fisco, dinero ganado con el sudor de la frente. Dinero que la Junta de Andalucía tiene la obligación de decirnos dónde acabó.

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