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Y ahora la banca

Si yo fuera el Gobierno no estaría demasiado eufórico

Carlos Herrera

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Por si eran pocos los elementos de inestabilidad del sistema, acaba de llegar una sentencia del Supremo que añade emoción al escenario socioeconómico del país.

Vivimos en una sociedad política en la que un «outsider» intenta pactar la política económica con un golpista encarcelado: Presupuestos ... Generales del Estado negociados en un vis a vis. Una suerte de vicepresidente no oficial se va a ver hoy con un tipo que encabezó un golpe de Estado contra el país que quiere desmembrar para conseguir su apoyo para unas cuentas que elabora un Gobierno al que sostienen proetarras, filocomunistas, independentistas y golpistas varios, todo ello ante la tardía reacción del presidente de ese Gobierno que, superado por la alarma de las informaciones, sobreactúa para dar la impresión de que quien manda es él, cuando todos sabemos que está cogido por la bolsa escrotal por todos los que le pusieron en ese cargo. Vivimos en un Estado a cuyo jefe, prodigio de equilibrio y moderación, llama «hooligan» un racista, supremacista y desequilibrado dirigente regional del que depende, en parte, que las cuentas del Estado que detesta salgan adelante. Todo ello ante la tímida y pacata reacción del jefe del Ejecutivo, experto en plagios varios, que se revela incapaz de resolver la soledad del Rey brindándole apoyo manifiesto y resolutivo. Ignoro cuántos países de nuestro entorno se encuentran en situación semejante, pero me atrevo a calibrar de inaudito el panorama descrito.

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