LA TRIBU
¿Y qué?
¿No nos vamos a acordar de los más de ochocientos muertos que hemos ido enterrando según el ritmo de su asesino capricho?
Me da lo mismo que lo llamen disolución, fin de las actividades políticas -hay que ser cínico-, cese de sus acciones o Discurso de la Mentira. Por mí, como si quieren adornarlo con serpentinas y frutos del bosque. Con esa cara tapada, con el horror en su perfil de siempre, con su cobardía textil, con sus malas artes, ¿qué coño quieren estos asesinos, que los saquemos en procesión por las veredas de mayo, les organicemos una misa de acción de gracias y les pongamos velas a sus fotografías? Paso de sus palabras de aparente buena intención como de comer cristales. El que a estas alturas se crea una coma de la banda de asesinos, o está para ir al médico o es uno de ellos o de su cercanía. A la banda de desalmados le digo aquello de Los Brincos: «A mí con esas no me vengas, / que a mí no me puedes mentir…» ¿De paz nos vais a hablar, ahora, cuando nos hemos cansado de enterrar inocentes? Por aquí.
Mucho papel le estamos dando a la banda de asesinos, mucha radio, mucha televisión, mucha propaganda. Habría que dejarlos sin cobertura, que se pudrieran en su soledad de capuchas negras y comunicados que no comunican. ¿Ahora, otra vez, la mentirosa disolución? ¿Otra vez el lobo se enharina la pata para parecer una blanca ovejita? ¿A estas horas pretenden que nos creamos que todo fue un conflicto -hay que ver las asaúras que tendrán los bicharracos- del que lamentan los daños? ¿Y les damos cobertura? ¿Es que no nos vamos a acordar de los más de ochocientos muertos que hemos ido enterrando según el ritmo de su asesino capricho? ¿Que yo les voy a perdonar que asesinaran a tres amigos míos, Ascen, Alberto y Antonio Muñoz Cariñanos? ¿Y ya está y ya está? ¿Que me crea ahora que les ha entrado el ataque de bondad? No, ni pensarlo; les repito lo de Los Brincos: «A mí con esas no me vengas, / que tú no me puedes mentir…» ¡Pero si llegaron a asesinar el aire, la luz, el amanecer, la madrugada, la lluvia, la soledad dominical de las calles, los garajes, el interior de los cuarteles, las tiendas, todo! ¿Qué dicen, que se disuelven? Imaginemos que es verdad, que no lo es: ¿Y qué? Por mí, como si quieren cantar el Miserere de Eslava, la tabla del 5 y los Misterios Gozosos. Digan lo que digan, como el que oye llover. Algo buscan, intereses persiguen, no dan palo en balde. ¿Acercamiento de presos? Bien, bien, pero por cada preso acercado, que nos devuelvan vivo a un asesinado de los nuestros; si no, no hay trato. Qué menos que chupe celda unos añitos quien condenó a inocentes a chupar muerte para la eternidad y nos llenó de pena. ¿Disolución, ahora? Apréndete la copla: «A mí con esas no me vengas…»