ENFOQUE
A la vuelta del verano
Algunos acusan al alcalde de arboricida por sus podas abusivas y otros de poner en peligro la integridad de los ciudadanos
La crispación va por barrios pero el otoño que se avecina va tener en general una elevada temperatura política y social. La manifiesta dejación de funciones del Gobierno de Pedro Sánchez ante los continuos desafíos de los independentistas catalanes, cada día más osados, no presagia nada bueno. España se ha situado desde la moción de censura que acabó con Rajoy en un «impasse» político en el que se barruntan negros nubarrones que se ocultan tras una cascada de fuegos artificiales. Los problemas de fondo se acumulan cada vez con mayor carga de profundidad entre bandazos políticos para distraer a los ciudadanos de las cuestiones más acuciantes, como si ese entretenimiento fuera a durar siempre.
Atado por los compromisos políticos que le llevaron a la Moncloa Sánchez tendrá que afrontar a la vuelta de las vacaciones los acuerdos sobre financiación autonómica que han tensionado ya a su propio partido en Valencia y Andalucía. En esta última comunidad, la nuestra, según anuncia Canal Sur, se convocarán en breve las elecciones autonómicas, lo que quiere decir que no están dispuestos al trágala de un acuerdo de financiación hipotecado por Cataluña. A la vista del panorama político lo que menos le conviene ahora al presidente del Gobierno de España es que le surjan además problemas internos. Pero esa es la consecuencia directa e inevitable de comprometerse a algunas cosas y sus contrarias con el objetivo de llegar a la Presidencia. Ya llegó donde quería y le quedan por pagar onerosos peajes y evidentes contradicciones.
Pendientes de que Susana Díaz señale el día de la cita electoral, que no coincidirá con la fecha de las elecciones generales, Andalucía se asemeja a una balsa de aceite. No es que las cosas vayan bien sino que el grado de conformismo y la escasa confianza en que se pueda derrotar en las urnas al PSOE, que puede elegir como aliados a Ciudadanos o a la izquierda radical, según le convenga, ha aplanado el paisaje por el propio peso de la resignación colectiva.
Sevilla celebrará su reválida para final de curso con las municipales de junio. Aunque queda tiempo para que la actualidad se mueva de momento y, al margen de las obras de infraestructuras, el primer debate ciudadano se centra en la tala del arbolado de la ciudad. Algunos acusan al alcalde de arboricida por sus podas abusivas y otros de poner en peligro la integridad de los ciudadanos ante la posibilidad cierta de que los descalabre la caída de una rama. A falta de otros asuntos de más enjundia en ello hemos pasado el verano. Pero el otoño, ya lo advertía, será caliente para todos y los sufridos árboles pasarán a un segundo plano.