Álvaro Ybarra
Vigencia de Larra
A la espera de que alguna vez alguien concrete esa entelequia denominada «ventanilla única», los trámites administrativos se multiplican en progresión geométrica
No pasa una semana sin que alguien desde cualquier ámbito social evoque el «vuelva usted mañana» de Mariano José de Larra para quejarse de la red inabarcable de trámites administrativos que termina por convertir en imposibles las iniciativas más razonables. Esta semana en Sevilla, ciudad especialmente propicia para enredar en la maraña burocrática los más variados proyectos, hemos conocido que el complejo denominado Sevilla Park retrasará su apertura dos o tres años a causa de la burocracia prescrita. En 2014 se anunció que el primer concierto en Sevilla Park, un ambicioso proyecto clave para el desarrollo urbanístico de la zona portuaria, se celebraría en septiembre de 2015. O sea hace casi un año. Tras diversos cambios en los planes acordados por la administraciones la apertura se ha retrasado hasta 2019, sin precisarse el mes del año en que tan fastuoso evento se materializará. Los promotores del proyecto, que aún confían en que se cumplirá la última hoja de ruta diseñada para desarrollar un complejo comercial y de ocio en el que están dispuestos a invertir 260 millones de euros, ya han amenazado con desistir si surgen nuevos obstáculos administrativos.
En parecidas circunstancias se encuentran los regantes del Guadalquivir, quienes, según denunció el pasado jueves José Manuel Cepeda, presidente de Feragua, tienen abiertos varios frentes a causa de la desesperante lentitud de los procesos administrativos. El primer frente es el de la inscripción de las zonas regables de origen estatal en el Registro de Aguas, un trámite que se inició en 1985 y al que todavía no se le ha puesto fecha de entrada en vigor. Total, tres décadas de papeleo. El segundo frente es el referido a las especies invasoras. Mientras el mejillón cebra, la almeja asiática o los briozoos campan a sus anchas y empiezan a devastar nuestros embalses, las administraciones han sido incapaces de convocar a tiempo la segunda reunión de la «mesa de seguimiento». La burocracia, se queja con razón José Manuel Cepeda, «nos está matando».
A la espera de que alguna vez alguien concrete esa entelequia denominada por políticos y agentes económicos y sociales «ventanilla única», los trámites administrativos se multiplican en progresión geométrica. La proliferación de leyes y administraciones deja en una broma la amarga queja de Larra. Una cosa es aplicar el Derecho en los procesos relacionados con las administraciones públicas y otra, bien diferente, es acabar con ellos por la tortuosa pasividad de quienes, como el funcionario de Larra, parecen disfrutar creando problemas donde no los hay.
@aybarrapacheco