Urbanismo razonable
El urbanismo razonable de Espadas está en los antípodas de ese otro entre el utopismo y la idealización
A la chita callando, Juan Espadas ha llevado a cabo lo que no se atrevió a hacer la derecha cuando gobernó la ciudad. No en tiempos de Zoido, en los que la crisis económica veló cualquier examen desapasionado que se quiera hacer, sino en el siglo pasado. Será, como dice el maestro Burgos, que Espadas todavía no se ha enterado de que es un alcalde socialista de derechas. También ayuda, y de qué manera, que los ilusos pelusos de la izquierda trabucaire se hayan retirado de la pelea y andan en batallitas de andar por casa sin trascendencia.
Para muestra de este urbanismo razonable, dos botones. Ayer se firmó el acuerdo que desbloquea el conflicto de la Fábrica de Vidrio en la avenida de Miraflores que había proporcionado una buena resma de titulares: una de esas polémicas en las que los apriorismos ideológicos impiden que se abra paso lo necesario. Al final, los vecinos tendrán un centro social a cargo del contribuyente y el banco malo obtiene vía libre para levantar doscientos pisos de renta libre. Si eso no es una impugnación en toda línea del PGOU y los criterios con que se redactó, que venga Dios y lo vea. Pero, claro, el urbanismo razonable de Espadas está en los antípodas de ese urbanismo «con rostro humano» caracterizado por el utopismo y la idealización que se inventó Monteseirín para sacudirse a los andalucistas de encima.
El segundo ejemplo lo hemos visto en Viapol, donde el Ayuntamiento ha permutado la última parcela que quedaba libre en la avenida Ramón Carande por 63 pisos, suelo para otras 135 viviendas y 3,5 millones de euros contantes y sonantes. Al final, el Ayuntamiento se ha convencido de que es preferible pájaro en mano que ciento volando y que más vale desprenderse de un solar valorado en 7 millones si a cambio obtiene suelo para muchas más viviendas de las que cabrían en esa parcela.
Ese movimiento es justo el opuesto al que se hizo en los años 90 cuando la Gerencia decidió reservarse una parcela en la zona para levantar más de doscientas viviendas de alquiler de protección oficial con Urbanismo en manos del PA y la impugnación de aquel contrato de Tussam en tiempos del malhadado Blas Ballesteros para la venta de las antiguas cocheras de autobuses porque no se dedicaba suficiente porcentaje a viviendas protegidas.
Espadas ha desatado de un tajo el nudo gordiano de Viapol aunque sea a costa de enviar a los menos pudientes al extrarradio de la ciudad. Ese argumento, tan respetable como poco realista, era precisamente el que se esgrimía para justificar que el Ayuntamiento estuviera dispuesto a sacrificar ingresos a cambio de propiciar una mayor integración. La ciudad inevitable en estado químicamente puro.