PÁSALO

La teocracia secesionista

Torrent quiere ser como los reyes que subieron al trono dela mano de Dios

Puigdemont ingresando en la cárcel de Neumünster EFE
Felix Machuca

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La ley está hecha para todos. Pero hay rebeldes sin más causa que el de un futuro incierto que, si no toman el poder, se enfrentan a un dilema engorroso: o acaban con la ley o ella acaba con ellos. Y ante esa tesitura hay muy pocos caminos sin rastrojos. Unos se van del país, abandonan su nación y se convierten en prófugos bajo el disfraz carnavalero de su política insensata. Y otros abjuran de lo que, con solemnidad cinematográfica de cartón piedra juraron, cuando pusieron a Dios por testigo de que no volverían a pasar hambre fuera de la política separatista. La caída de Puigdemont en un operativo que, esta vez, no ha podido evitar con pelucas ni cambios de coches en los túneles, ha vuelto a despertar a los CDR secesionistas que, a la hora de escribir este artículo, tenían cortadas varias vías importantes de Cataluña, con camiones de mercancía peligrosa entre los vehículos retenidos. El grano separatista hace eclosión primaveral en las calles y carreteras catalanas supurando el pus de su frustración porque el jefe tribal ha sido detenido. La rebelión de las sonrisas ya también lo es de las lágrimas. Se juegan su futuro. Y eso es la mar de serio.

Europa acaba de darles, una vez más, con la puerta en las narices. Cerrando cualquier resquicio de esperanza para que la causa de los rebeldes encuentre el apoyo internacional que nunca ha conseguido. Y con la que sueñan y engañan desde hace tanto tiempo. En vuestros móviles os siguen llegando todo tipo de memes sobre Puigdemont: desde protagonizar la figura del Prendimiento en los pasos de Semana Santa hasta convertirlo en la legendaria foto de El Lute, tras ser atrapado por la Guardia Civil y con su brazo en cabestrillo. Es ya materia de chiste y chascarrillo desde hace tiempo. Un actor cada vez más secundario de una comedia política a la que los chicos de Boadella y su ministro Guasch, tabarnarios hasta las cachas, le montaron una carpa frente a su casa de Waterloo para tomarse a risa lo que ya es un puro cachondeo. La derrota en Alemania escuece. En Alemania se contempla el delito de sedición. Y el ex alcalde de Gerona es un sedicioso y, como tal, enemigo declarado de España, a la que quiere derrotar desgarrándole un brazo de su cuerpo. El Estado, ante tipos como estos, que ni siquiera fueron elegidos democráticamente por el pueblo, sino que llegó al poder a base del dedo mesiánico de Artur Mas para que lo sustituyera en mitad del encuentro; digo que el Estado ante tipos como estos solo tiene una opción. Defenderse y defendernos a los españoles. Sobre todo a los españoles de Cataluña. Esa mitad del censo que abiertamente se ha declarado ya europea, española y catalana. Como tantas veces ha declarado Inés Arrimadas, el separatismo no es la solución. Forma parte del problema.

Y el problema cada vez que se siente acorralado vuelve a correr hacia delante, en una carrera sin meta visible, una gigantesca maratón en cuyo recorrido van cayendo uno tras otros los que, en principio, aseguraban tener más pulmones. Ya por incomparecencia ya porque, asfixiados por tan exigente ritmo, abren la boquita y sube el pan. ¿Tiene por donde cogerse las declaraciones del presidente del Parlamento, el tal Torrent, de que cualquier presidente de la Generalitat está por encima de la ley? Eso es lo que declaró y mantuvo cuando ligaron a Puigdemont con el día tonto en Alemania. Situándose en un escenario de la corte del Rey Sol. Ellos, los caciques de la clase supremacista catalana, la que habla en nombre de todos los catalanes cuando tienen ardua confusión para representarse a sí misma, son intocables. Como los reyes que subieron al trono de la mano de Dios. Teócratas que han construido sus pirámides de mentiras con los ladrillos de oro del tres por ciento de comisión. Y que se saltaron la ley, convocaron referéndums ilegales y tramposos, intimidaron a los catalanes que no piensan como ellos y se declararon independientes cinco minutos. Hay que seguir defendiéndonos de esta teocracia de mangantes. Y no sería ni malo acordarse de las escuelas…

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