Con Tabarnia
Sea bienvenida Tabarnia y sus más nobles aspiraciones
Mañana, en Río Grande, el gran Tomás Guasch, gloria y laurel para su fama, nombrará embajador de Tabarnia en Sevilla a José Manuel Soto. Como saben, Guasch es ministro de Deportes de esa Cataluña europeísta, catalana y española que mantiene, quizás con más soledad que la aconsejable en estos casos, un duro pulso pro constitucional con los tractoristas. Si el poeta decía que había dos Españas y una de ellas nos acabaría helando el corazón, los tractoristas más rupestres de la política rupturista catalana tienen en el frigorífico, donde la carne se congela, a una Cataluña a la que le han hecho la bisectriz. Dividiéndola, como el Danubio a Budapest, en dos orillas distantes la una de la otra. Cataluña es hoy un territorio hostil para los que no piensan como aquellos que creen que lo hacen y responden a apellidos tan sonoros como Pujol, Más, Puigdemont, Junqueras, Colau, Rufián… Con solo dos de la lista te sobra y basta para cargarte el imperio romano en lo que dura un pase de publicidad en la tele. Ahora andan empeñados en destruir la España constitucional para proclamar la república catalana. Puigdemont calcula que en veinte años alcanzarán sus objetivos. Una generación más y a este trote, si no apoyamos a los que no encuentran asperezas sentimentales ni políticas en ser catalán y español a la vez, lo conseguirán. Como ya han conseguido que se odien familiares que abrazan banderas distintas.
Tenemos hoy la capacidad de manejar más información que nunca. Pero paradójicamente quizás tengamos menos interés que nunca por saber lo que pasa. Nos hemos convertidos en una coliflor de Mercadona. O en un ramo de rosas de plástico. Hasta ahí llega la sensibilidad por lo que ocurre a nuestro alrededor. El valor real del acto de hoy en Río Grande es ese. El de que se conozca de primera mano lo que allí está ocurriendo. Que seas capaz de sentir como algo propio, que lo es, la deforestación nacional que una banda perpetra diariamente arrancando de cuajo las raíces de tus sentimientos, obligándote a abrazar una bandera que es un insulto y alcanzar una meta que es una locura. Un sueño que convertirá a Cataluña en una pesadilla viviente. Ni Freddy Krueger tenía tanta capacidad de hacer daño cuando se colaba en los sueños de sus víctimas. Más allá del fino y desternillante humor que destilan los tabarnistas, empleada como arma de destrucción masiva de estupideces envueltas en lazos para ahorcados por su propia soberbia, Guasch le entrega a Soto una embajada que el artista sevillano se la va a tomar tan en serio como su militancia constitucionalista. Me comentaba José Manuel que se ha convertido en una especie de cantante protesta, como en su día lo fueron Pablo Guerrero, Paco Ibáñez o Luis Pastor. Y todo porque si no eres zurdeta y radical no tienes derecho a vivir porque eres un fascista.
Así está el patio de una nación que vive la seria amenaza de entrar en la carnicería y de ser despiezada por carniceros de pulso firme y machete afilado. Cataluña, Valencia, Baleares. Escribiendo este artículo me entero de que el gobierno socialista, más allá de la felonía de insinuar el indulto a los golpistas y nombrar a Quebec como puerta de salida, acaba de librar, sospechosamente, de los fondos del FLA una millonada para pagar la deuda amasada por las políticas manirrotas de la Generalidad. Les estamos pagando la insurgencia con nuestro bolsillo. No me extraña que a Soto, cuando sale por España de gira, el público se haya olvidado de pedirle su tema insignia «Por ella», tras treinta y cinco años de continuada petición, y ahora se mueran por escucharle «Soy español». La gente necesita que alguien desestercole nuestras señas identitarias, donde los tractoristas, populistas y radicales se lo han hecho impunemente, sonriendo encima. Sea bienvenida Tabarnia y sus más nobles aspiraciones, y pongamos en las manos de Soto la embajada de la libertad catalana en la Hispania Ulterior.