Susana no lo haría

En el PSOE hay dos partidos. Y el que quería encarnar y liderar Susana Díaz ha optado por el silencio cómplice a la hora de valorar lo que está sucediendo

Francisco Robles

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Susana no lo habría hecho. Susana no habría pactado con los que movían el árbol, o con los que recogían las nueces manchadas de sangre. Susana no habría intentado convencer a los que quieren romper España desde la presunta supremacía catalana para que puedan conseguirlo cobrándose la primera pieza, la que lleva el nombre de Mariano Rajoy. Susana no comprendía que el presidente del Gobierno siguiera en su cargo, agarrado al palo mayor de la Moncloa como un Ulises que no escucha las sirenas que le advierten del clamor que inunda España contra la corrupción. El síndrome monclovita se ha cobrado una víctima más. Ni huyendo del palacio durante la infausta tarde de los idus de mayo se ha podido librar de ese maleficio. Ver al presidente saliente saliendo de un restaurante a las diez de la noche después de que hubiera entrado para su último almuerzo como líder del país, fue algo más que simbólico: patético.

Susana no habría puesto a la nación española al borde del abismo económico y territorial. Por eso la defendimos en su momento los que siempre la hemos criticado. No estamos hablando de los voceros de San Telmo que se cobran, y a muy buen precio, el apoyo público que le prestan al Régimen. Hablamos de los cuatro gatos que en su día defendimos las opciones de la presidenta de la Junta para liderar un PSOE que no podía caer en las manos sin escrúpulos de Pedro el Perdedor. Teníamos razón cuando decíamos que este hombre es capaz de pactar con el diablo con tal de conseguir su único objetivo: el poder. Y así ha sido. Gobernará con unos presupuestos de derechas apoyado por unos grupos de extrema izquierda por extrema necesidad. Como para no echarse a temblar…

En el PSOE no hay dos sensibilidades. En el PSOE hay dos partidos. Y el que quería encarnar y liderar Susana Díaz ha optado por el silencio cómplice a la hora de valorar lo que está sucediendo. Cualquiera se mete con Sánchez, que va a colocar a miles de militantes gracias a su arrojo temerario. Cualquiera se va a meter con quien le ha devuelto, al partido que dejó noqueado Zapatero, el poder que le servirá de oxígeno para no perecer bajo el sorpasso de Ciudadanos o de Podemos. Susana calla y otorga porque no tiene más remedio, pero este PSOE andaluz se tienta la ropa con el ascenso de Sánchez. ¿A quién le echarán ahora las culpas del subdesarrollo andaluz, si los suyos gobiernan en Madrid? ¿Cómo explicarán que los nacionalistas sigan sacando tajada de su reto a la unidad de España? Ojú…

Susana quemó sus cartuchos en una campaña dirigida al aparato cuando en realidad votaban los militantes en sobres cerrados, sin alzar la mano ni el puño. Es una pena que eso haya sucedido ya, porque el PSOE necesitaría alguien como ella, con profundas convicciones patrióticas: sí, patrióticas, porque el patriotismo es lo más progresista desde que lo inventaron los revolucionarios franceses frente a la tribu del racismo de Bildu o el feudo privilegiado que defienden los catalanes para no compartir sus riquezas con la plebe del sur. Nos quedan dos años muy divertidos para el periodismo. Y muy dramáticos, o trágicos, para España.

Susana no lo haría

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