Sobre la vida de Casado

En cualquier empresa privada, una unidad de negocio ruinosa como el PP andaluz jamás podría marcar el rumbo corporativo

Pablo Casado, durante el Congreso Nacional del PP Maya Balanya
Fernando Iwasaki

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Hace casi un mes escribí sobre las primarias del PP y aventuré dos cosas que resultaron tal como las preví: En primer lugar, que Casado ganaría si pasaba a la segunda vuelta y —por otro lado— que «los piropos y aversiones de la izquierda hacia uno u otras podrían condicionar el voto de los militantes del PP» (ABC, 24/06/2018). Bastó que ZP expresara sus preferencias por Soraya para que los indecisos dejaran de serlo. Por eso me atrevo a seguir aventurando sucesos que considero inminentes.

La artillería contra Casado está lista desde hace meses y hasta es posible que algún medio sorayista dispare el primer obús esta misma semana. Si Pablo Casado contaba con ello sería deseable que moviera ficha antes de que sea demasiado tarde, porque sus problemas universitarios deberían quedar solucionados a la mayor brevedad posible, aunque tenga que matricularse de nuevo e ir a clase todos los días para hacer las cosas bien desde el principio.

Al PP le aguardan varios viacrucis judiciales y Pablo Casado está a tiempo de eliminar las manzanas podridas antes de que comiencen esos procesos mediáticos que le ganan a uno la delantera y lo obligan a decir tonterías como «hasta que fulanito no sea imputado respetaremos la presunción de inocencia». No. Casado tiene que haber aprendido la lección y debería echar a todos los sospechosos potenciales para construir un cortafuegos contra la corrupción.

Por otro lado, Andalucía celebrará elecciones autonómicas el próximo otoño y Pablo Casado tendrá la posibilidad de promover una renovación dentro del sorayista PP andaluz en caso de producirse un nuevo fiasco electoral. No obstante, quizá Casado debería plantearse cómo una comunidad donde nunca ha gobernado el PP puede ser tan decisiva en la elección del presidente del PP. Dicho de otro modo, si Casado anuncia una reforma de la ley electoral basada en un bonus de 50 diputados para la fuerza más votada, ¿no sería razonable que trasladara ese modelo a la estructura interna del partido y que las comunidades gobernadas por el PP tuvieran un bonus de compromisarios? En cualquier empresa privada, una unidad de negocio ruinosa como el PP andaluz jamás podría marcar el rumbo de la corporación.

En cuanto al debate ideológico, Pablo Casado ha repetido una y otra vez que se considera liberal, pero hasta el día de hoy el PP no ha celebrado nunca un debate doctrinario. ¿Cómo se dividen entonces las familias que existen dentro del PP? Unas por sus credenciales regionales y otras por intereses mediático-financieros. Mala cosa. Lo mejor sería saber quiénes son liberales, socialdemócratas o demócrata-cristianos dentro del PP, para que los mismos militantes y simpatizantes sepan a qué atenerse.

Finalmente, Pablo Casado debería asumir que debe reconstruir al PP y que dicha reconstrucción tiene que pasar por admitir que Ciudadanos existe y que dentro del PSOE también hay familias con las que debe pactar y dialogar. Los católicos socialistas, por ejemplo. El futuro de Casado y del PP dependerá de sembrar pequeñas alianzas que algún día puedan convertirse en pactos nacionales.

www.fernandoiwasaki.com

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