COMENTARIOS REALES
Sobre la riqueza
No hay mejor antídoto contra el populismo bolivariano que la riqueza y la prosperidad de una familia numerosa
Durante el presente semestre he tenido un par de estancias académicas en dos universidades europeas. A fines de abril en la University of Copenhagen y desde el 15 de mayo en la Radboud University de Nijmegen (Holanda), donde ahora mismo redacto estas líneas mientras sigo con perplejidad la actualidad política del país. A mis alumnos y compañeros —enamorados de nuestra lengua— la corrupción española se les antoja del estilo de la venezolana o nicaragüense y no hay manera de bajarlos de ese burro, porque no hay nada que escandalice a los europeos de países más desarrollados que el saqueo de las arcas públicas.
No he encontrado ningún danés, belga u holandés, que se queje de los altísimos impuestos que pagan en sus países (70% de los ingresos en el caso de Dinamarca), porque les consta que el Estado los beneficia con estupendos servicios y ayudas familiares. Los gobiernos pueden ser de derechas o de izquierdas e igual apoyan a las familias numerosas bonificando la crianza de los hijos y hasta ofreciendo desgravaciones del 100% por las clases extraescolares, aunque las impartan centros privados. Nosotros seríamos incapaces de hacer lo mismo, porque en España cierta izquierda busca perjudicar los intereses de las instituciones privadas y cierta derecha sólo quiere afear los intereses privados de los representantes de la izquierda. La sentencia del caso Gürtel y el chalé de Galapagar son ejemplares al respecto.
En el primer capítulo de su maravilloso estudio «El nacimiento del mundo occidental» (1978) el Nobel de Economía Douglass North sentenció que los seres humanos siempre preferimos tener más bienes en lugar de tener menos. Es rotundo y sencillo. En eso consisten la riqueza y la prosperidad: en disfrutar de más bienes y sobre todo en poder heredarlos. Yo le deseo eso a todo el mundo, siempre y cuando tales bienes sean producto del trabajo de los individuos o de sus propios antepasados. ¿Es bueno que Pablo Iglesias e Irene Montero prosperen y se conviertan en propietarios? Sin duda, para que comprueben que ser burgueses no los convierte en explotadores, y especialmente para que ellos y sus hijos adquieran el apego natural al disfrute de los bienes y la propiedad privada.
Sin duda los sentenciados de la Gürtel y los imputados de los casos Lezo y Púnica también deseaban prosperar y enriquecerse, pero metiendo mano en fondos públicos y lucrándose a costa de los contribuyentes, lo cual no es honrado, decente ni tiene nada que ver con la genuina economía de mercado, representada en esta columna por los señores de Iglesias-Montero.
No hay mejor antídoto contra el populismo bolivariano que la riqueza y la prosperidad de una pareja duradera y bien avenida con descendencia numerosa, como las que pasean a sus críos por Nijmegen y Copenhagen.