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Sobre aguas turbulentas

Sigan enamorados de la vida, aunque a veces duela

Simon y Garfunkel son dos iconos de la música pop AP
Felix Machuca

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En unos días despediremos el año, uno más, uno menos, como quieras ver el vaso, sin que por los ojos del puente de nuestro mundo las aguas pasen calmas, tranquilas, sin remolinos que aventuren un mal trago. Todo lo contrario. Arrastran malas ideas, bajan turbulentas ... y hay que acordarse de Simon y Garfunkel para chutarse una de optimismo a la enésima potencia: «Si la vida te trata mal/y pierdes fuerza y moral/ no te acobardes». Y si lo haces, ten Esperanza. Y haz lo que tan maravillosamente cantaba aquella negra hija de un predicador que se nos fue este año para cantar godspell en el cielo y dirigir con su voz intratable a los ejércitos de arcángeles. Rezas una pequeña oración. ¿La recuerdas? ¿Recordáis a Aretha Franklin cantando aquello de que «en el momento en el que me despierto, antes de ponerme el maquillaje, rezo una pequeña oración por ti»? No vienen los tiempos para acomodarse a los sueños. Y se nos hace muy difícil, como nos contaba Manolo García, hacer pájaros de barro y echarlos a volar. Más bien habría que llorar con Amy Winehouse cuando se dolía por volver a la oscuridad, a la tenebrosa adicción del amor sucio. Camarón, con la sabiduría en las venas de su cuello, trataba de despojarle a los versos de Lorca el misterio último de la existencia: nadie puede abrir semillas, en el corazón del sueño…

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