Sobre aguas turbulentas
Sigan enamorados de la vida, aunque a veces duela

En unos días despediremos el año, uno más, uno menos, como quieras ver el vaso, sin que por los ojos del puente de nuestro mundo las aguas pasen calmas, tranquilas, sin remolinos que aventuren un mal trago. Todo lo contrario. Arrastran malas ideas, bajan turbulentas ... y hay que acordarse de Simon y Garfunkel para chutarse una de optimismo a la enésima potencia: «Si la vida te trata mal/y pierdes fuerza y moral/ no te acobardes». Y si lo haces, ten Esperanza. Y haz lo que tan maravillosamente cantaba aquella negra hija de un predicador que se nos fue este año para cantar godspell en el cielo y dirigir con su voz intratable a los ejércitos de arcángeles. Rezas una pequeña oración. ¿La recuerdas? ¿Recordáis a Aretha Franklin cantando aquello de que «en el momento en el que me despierto, antes de ponerme el maquillaje, rezo una pequeña oración por ti»? No vienen los tiempos para acomodarse a los sueños. Y se nos hace muy difícil, como nos contaba Manolo García, hacer pájaros de barro y echarlos a volar. Más bien habría que llorar con Amy Winehouse cuando se dolía por volver a la oscuridad, a la tenebrosa adicción del amor sucio. Camarón, con la sabiduría en las venas de su cuello, trataba de despojarle a los versos de Lorca el misterio último de la existencia: nadie puede abrir semillas, en el corazón del sueño…
Y en esas estamos una año más, un año menos. En el corazón del sueño. En soñar. En vivir dormidos. O en morir despiertos. En eso estamos un año más sin querer darnos cuenta que las aguas turbulentas que pasan bajo los ojos del puente de nuestras vidas, habrá que canalizarlas, domarlas, convertirlas, si quieres, en el sifón que moje el mejor vermú del mediodía. Yo con Juanito Formell, el talento tropical más apabullante de Cuba, antes de que se fuera a ver las palmeras del cielo, entregaba la cuchara. Con su picardía nos dejó dicho en una comiquísima salsa de los Van Van que aquí lo que no hay es que morirse. Sabina, tras confesarnos que si le contamos su vida, la leyenda del suicida y la del bala perdida, lo negaría todo… nunca, en cambio, podría negarnos que, como Formell, al final de sus conciertos muchas veces nos aconsejó «no morirse, carajo». Pues claro que no. Ya vengan las aguas tan bravas y esquinadas como la que quieren salvar los guatemaltecos para entrar en los yunaites buscando la vida que le robaron en su patria mientras algunos, quizás, tararean con miedo aquello de «voy cruzando el río, sabes que te quiero, no hay mucho dinero, lo he pasado mal…»
Kiko Veneno también lo pasó mal en la frontera del desamor con aquella chica que se le fue. Y echó de menos las sábanas revueltas, los zumos de naranjas y las revistas abiertas… con noticias peleadas con el miedo. Vivimos demasiado miedo para tan poco susto. Y la vida no es otra cosa que cantar, reír, gozar y conjugar un prolífico verbo de la primera conjugación. Ya saben. Para qué más señas. En la cara oculta de la luna no encontraremos jamás a María Jiménez para explicarlo. Lo hizo con estos dos versos que llenaban dos camas vacías: ¿Y quién hará tu trabajo debajo de mi falda? La boca que era mía ¿de qué boca será? Hoy nos recomiendan que la tengamos cerrada, que nos callemos lo que nos duele y nos hiere. Y yo no estoy por ser boca prestada de nadie. Ni de aquellos ni de estos. Porque si de algo puedo presumir en esta vida que en días nos abrirá el pórtico de un año nuevo es en poder cantar aquello tan grande de Frank Sinatra: viajé por todas y cada una de las autopistas, y más, mucho más que esto: lo hice a mi manera… Que no es mejor ni peor que otra. Pero sí marca de la casa con la que descorcho la botella de estas fiestas para desearles que «sigan enamorados de la vida, aunque a veces duela. Porque si hace frío, busco candela». Va por todos ustedes, amigos. Que el nuevo año los bendiga y hagan suyo aquel himno de los sesenta: soy como el junco que se dobla, pero siempre sigo en pie. Resistiré. Tararéenla si las aguas bajan turbulentas…
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