Sobras
La Feria también es esa gente que viene de pueblos o de barrios lejanos, vestidos en son con el ambiente, que se pone a cantar y a bailar en las aceras
Con cierto aire de desprecio, alguna vez he oído a más de un sevillanito de caseta y traje decir que ellos se iban de la Feria el jueves y los días restantes la dejaban vacía para que fueran los catetos. Eso era cuando la Feria ... empezaba el lunes con el pescaíto. Es verdad que no es la voz de la mayoría, pero no son pocos los que tienen esas maneras de estirado, ese aire de perdonavidas, ese mal estilo, y no se paran a pensar que hay muchas ferias en la Feria, y que una de ellas es la de los catetos que van -o que vamos- el fin de semana. Tan asumido teníamos esto los de la provincia, que nunca nos cuestionamos ir a la Feria un día que no fuera el sábado: «El sábado es el día de la gente de los pueblos.» Y tan felices, aunque los estirados pensaran que nos dejaban las sobras; sí, es cierto, nos dejaban sus sobras, pero la Feria tenía todavía para dar, la Feria no era como esos perdonavidas, la Feria guardaba buenos momentos.
Es cierto que quienes decían que nos dejaban la Feria vacía acertaban en cuanto a que ya no estaban en su caseta, que ningún cateto podría encontrarlos y comprometerlos a una copa. Es verdad que, en buen número, los sevillanos con oficio, y con señorío dejaban la Feria el jueves, más por cansancio que por otra cosa. Pero los estirados disfrutaban diciéndolo y haciéndolo, como quien echa a los perros las sobras de lo que ya no quiere. La Feria es señorío, es verdad; y caballos, y coches de caballos, y mujeres hermosas vestidas elegantemente de flamenca; y de jóvenes y maduros perfectamente vestidos y con mucha experiencia ferial; pero la Feria tiene más caras. Por ejemplo, y dentro de los estirados, lo que a veces llaman moda y es un horror, y también es Feria. Y Feria con los miles de personas que no tienen caseta propia y le dan ambiente al real. Y los mirones y paseantes, gente del bandazo con el bastón de caramelos como báculo arzobispal, con el peluche que no cabe en el taxi, con globos gigantescos, con media tómbola bajo el brazo… La Feria también es esa gente que viene de pueblos o de barrios lejanos, vestidos en son con el ambiente, que se pone a cantar y a bailar en las aceras y encienden el sentido festivo de la Feria. Feria es también la bulla en las casetas públicas procurando una salchicha, un montadito, un papelón de calentitos o de buñuelos… A veces, las sobras tienen mucho sabor, el sabor que, en el fondo de la olla festiva, consigue la salsa popular. A veces, las sobras son lo más sabroso del guiso. Sobre todo, si el guiso tiene demasiada sosería, la sosería habitual de los estirados, los mismos que, muchas veces, le llaman nuevo look al mamarracho.
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