Álvaro Ybarra
Sevilla, la ciudad ensimismada
Los sevillanos en general permanecemos impasibles ante el continuado fracaso de nuestros más deseados proyectos
![El teatro de la Maestranza permanece sin gerente desde el pasado mes de julio](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2016/12/19/s/teatro-maestranza-kD5B--620x349@abc.jpg)
Durante la semana pasada han vuelto a reverdecer algunos viejos problemas de Sevilla que certifican que la ciudad, en muchos aspectos, sigue sumida en un letargo desesperante. Majarabique, Dragado, Ikea, Maestranza, Sinfónica, Bellas Artes, Atarazanas son algunos de los nombres propios, recopilados por José Luis Monedero en una carta al director, que dan forma a esta desidia colectiva que tanto daño nos causa. Javier Rubio, en un artículo publicado ayer en estas mismas páginas titulado «Indolencia» diagnosticaba la galbana en la que está sumida Sevilla con palabras certeras: «Abúlica, desmotivada, desorientada, desmayada, sin liderazgo efectivo, la ciudad vive ajena a todo lo que no sean menudencias de andar por casa. No hay nada que pueda movilizar a la heroica ciudad permanentemente en una siesta que dura décadas».
Precisamente, según nos ha enseñado Antonio Burgos, tal vez la principal misión de este ABC sea la de reivindicar el sueño de una Sevilla tan despierta y dinámica como imposible. Por eso el soberbio artículo de J. Félix Machuca, «Apoteosis del miarmismo», surgido a propósito de la inauguración el pasado lunes del Museo de la Aduana de Málaga, venía a contraponer a nuestros cielos perdidos el ejemplo de la sociedad civil malagueña, que lleva décadas reclamando la reconversión en museo del viejo y abandonado edificio de la aduana hasta conseguirlo. En Sevilla, sin embargo, el Museo de Bellas Artes, segunda pinacoteca de España, sobrevive a duras penas, en la espera eterna de una ampliación que nunca llega y de unos manifestantes que nunca se manifiestan.
No se trata sólo de un problema de las autoridades políticas que nos gobiernan, que también lo es, sino de los sevillanos en general, que permanecemos impasibles ante el continuado fracaso de nuestros más deseados proyectos. Existen casos aislados, como el del equipo del cineasta Alberto Rodríguez, que demuestra año tras año que es posible fabricar sueños desde Sevilla que se conviertan en realidad. Pero son éso, casos aislados que escapan a la inercia de la ciudad ensimismada. Ahora que estamos a punto de comenzar un nuevo año deberíamos aprovechar para dejar de lamentarnos y hacer frente a esta abulia que nos mata lentamente.