¿Tú sabes lo que es una nación?

UN tipo dijo una vez que una nación es principalmente una sociedad fundada para odiar a los extranjeros. Si la damos por buena, que ya es dar, habrá que pensar que en España nos equivocamos de enemigos y lejos de arañarle la cara al vecino nos encastamos en echárnosla abajo entre nosotros mismos. Somos una nación de insuperables cainitas. Que dispara a la frente del vecino y da por bueno casi todo lo que viene de fuera. Hay en la manufactura de nuestra identidad nacional algún grave defecto de fábrica. Porque los desencuentros principales han sido casi siempre entre nosotros. Y hemos dejado bastante poco odio (siguiendo con el sentido de la cita) para los que realmente lo merecen. Si una nación tuviera genética, en nuestro ADN brincaría un elemento de esos que la ciencia se empeña en investigar y que, sostienen algunos, perfila el carácter de un parricida. Yo creo, en cambio, que el gen que nos domina es el de la estupidez, por eso en este país no cabe un tonto más. Si el hombre proviene del mono, el español procede directamente del pájaro bobo. O del ñu. No se puede ser más estupefaciente que un ñu. Lo más parecido al español en el reino animal.

Lo más descorazonador del debate socialista por la corona nacional del partido fue, precisamente, comprobar esto que les digo. Que seguimos superando nuestro índice de estulticia. Ninguno de los tres aspirantes, con arrimo o sin arrimo, con cariño o con odio eterno a los romanos, fueron capaces de no embarrase en la charca de la tontería. Las dijeron para rellenar todos los agujeros negros de la edad de oro socialista. Y para dejarnos con las patas colgando solo de pensar que alguno de los tres se hace con las riendas del partido y, llegado el día, con las de la gobernabilidad de un país. Estoy seguro que ninguno de los tres pasaría una entrevista laboral para quedarse con el empleo de guarda de obra. Y si alguno lo lograse seguro que emplearía más años que Susana y Pachi en sus respectivas facultades para sacar tan complejas oposiciones. Pachi, por cierto, no terminó sus estudios. El debate me dejó en el ánimo la misma sensación que visitar una fábrica de tortas. Ese odio es fiel a la cita del principio. Y el socialismo actual lo fabrica por arrobas. Y de magnífica calidad.

Pero superada la fase de la patada en la boca y el dedo en el ojo del adversario, el abatimiento me lanzó a tierra cuando Pachi le preguntó al susodicho Pedro si sabía lo que es una nación. Me sonó al estribillo del Marchena de Triana cuando rapeaba aquello de ¿tú tienes perro ni ná? A eso sonó. ¿Pedro tú sabes lo que es una nación ni ná? Pedro no sabe lo que es una nación. Sabe lo que es una plurinacionalidad o lo que son 17 visiones de España distintas y descoyuntadas. Eso lo sabe divinamente. Porque, quizás, es quien mejor sabe odiar de sus adversarios. Odia todo lo que significa España con esa visión impracticable que tiene el bruto para dar con el mecanismo que hace funcionar a un búcaro. Sánchez odia no por conocimiento. Sino por falta de instrucción. Por no asistir a las clases de Historia. Por no saber, en definitiva, qué es España y qué es una nación. Como él hay tropecientos mil en este país de pájaros bobos y manadas de ñúes abrevando en la charca de los cocodrilos. Pues ahí lo tienen. Uno que odia a España quiere gobernarla para trocearla con sus amigos que sí estudiaron la historia que les convenía. La historia trucada que dice que Cervantes era catalán y que España, no la familia Pujol, les roba. Fue desalentador oír a Pachi hacerle esa pregunta a alguien que, si aspira a gobernar el Psoe y a gobernar España, debiera tener muy claro qué es una nación. Pero aquí hay rufianes por todos sitios. Incluso en el Psoe donde se confunde la nación con la traición y el liderazgo con dejar al partido con 85 escaños, cariño...