Las puertas cobratorias

Lo de Rajoy es un escándalo en una política en la que casi nadie tiene un trabajo al que volver

Alberto García Reyes

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Ahora mismo hay un señor sellando certificaciones registrales en Alicante que hasta hace poco más de dos semanas era presidente del Gobierno. Quédense con el dato porque difícilmente van a poder ver otra vez un escándalo como éste. Rajoy ha hecho algo imperdonable en estos tiempos: volver. ¿Cómo ha podido atreverse a tanto? Regresar a tu puesto de trabajo cuando has terminado tu etapa política es un acto rancio que nos retrotrae al pasado. Lo progresista es no tener trabajo al que volver. Ese es el futuro. ¿A dónde irá Pedro Sánchez cuando se le acabe el caramelo? Hasta llegar a la Moncloa, todos los empleos que ha tenido el nuevo presidente se los debe a la política. Fue profesor asociado temporal en la Universidad Camilo José Cela. Pero desde los 26 años trabaja para su partido: en el Parlamento Europeo, en la ONU, en el Ayuntamiento de Madrid... ¿A dónde irá Susana Díaz? La presidenta de la Junta de Andalucía terminó Derecho siendo ya diputada, tras un largo periplo, y en su vida laboral sólo aparecen puestos en instituciones públicas: concejal en Sevilla, diputada, senadora, consejera... ¿A dónde irán Pablo Casado, Juan Manuel Moreno Bonilla, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, Verónica Pérez, Juan Espadas o Beltrán Pérez? En la política actual sólo tienen un lugar a donde volver los llamados independientes, los fichajes. Los líderes de los aparatos de los partidos, no. Esos están obligados a conocer todas las triquiñuelas internas para mantenerse en las moquetas porque su pan depende exclusivamente de las puertas cobratorias. Salen por la puerta de una Consejería y entran por las de una Delegación, se van del Senado y llegan al Congreso, dejan el Parlamento Autonómico y se incorporan como asesores del Gobierno. Un cierto político del PP sevillano llama a esto la Teoría del Tiovivo. Unas veces vas destacando en el caballito más alto, otras veces tienes que conformarte con ir junto a otros cuatro en una calesita. Pero lo importante es no bajarte nunca. Seguir girando. Porque como te apees del cacharro, te quedas sin nada.

Este modelo político determina todo el sistema de gestión pública. Porque cuando hay movimientos de sillas, los cargos dejan de estar pendientes de las necesidades generales para satisfacer las particulares. Cuando en los partidos hay procesos de fraccionamientos internos, sus representantes en las instituciones se olvidan de hacer aquello por lo que les pagamos y se centran en jugar bien sus cartas para que no los dejen tirados si hay cambios en la cúpula. El buen político no es ahora el que mejor sirve a la sociedad, sino el que mejor sabe moverse en los pasillos. Porque cuando no hay colchón en el que caer, nadie se asoma al balcón. Todo el mundo se pega a la pared y juega sus bazas para que caiga siempre otro. Y luego, cuando ya tiene asegurada la mamela, se acuerda de los ciudadanos.

Por eso la vuelta de Rajoy a su puesto de trabajo es un escándalo. ¿Cómo se atreve a dejar vendidos a los suyos de esta forma? Como presidente hay división de opiniones. Pero como compañero hay unanimidad: no tiene perdón de Dios.

Las puertas cobratorias

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